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Carlos Semprún Maura

Corporativismos reaccionarios

¿Reforma de la Justicia? De acuerdo, pero con más dinero. ¿Reforma de las Universidades? De acuerdo, pero con más dinero. ¿El Gobierno ha decidido un aumento de 5.000 millones de euros en 5 años? ¡No basta! Y así todo.

Una vez más se demuestra que los "grandes países" (Francia, Alemania, Reino Unido) pueden saltarse a la torera los reglamentos e instituciones de la UE cuando lo que consideran ser sus intereses nacionales así lo exigen. Nicolás Sarkozy se invitó a la reunión de los ministros de Finanzas de la Unión en Bruselas. Todo el mundo esperaba que iba a recibir un varapalo porque ese equilibrio presupuestario que se exige a todos los miembros tal vez no lo alcanzaría en 2010, como prometió el Gobierno anterior, sino más probablemente en 2012. Pues no hubo el menor varapalo, sino aplausos, sobre todo por parte del primer ministro de Luxemburgo, que felicitó a Sarkozy por su voluntad de reformas.

Lo que nadie dice es que estas cumbres europeas son puro teatro, con decorados de cartón-piedra; las cosas serias se deciden entre bambalinas, porque el peso de la inercia burocrática y la hipocresía diplomática impiden que las cartas se pongan hacia arriba.

Las reformas han entrado en el periodo de discusión parlamentaria y me llama la atención la expresión de viejos y profundos corporativismos: cada gremio quiere más dinero y, al mismo tiempo, critican los gastos que conllevan los proyectos de Sarkozy. La deuda pública es efectivamente colosal, pero resulta que siempre han de ser otros gremios quienes reduzcan gastos. ¿Reforma de la Justicia? De acuerdo, pero con más dinero. ¿Reforma de las Universidades? De acuerdo, pero con más dinero. ¿El Gobierno ha decidido un aumento de 5.000 millones de euros en 5 años? ¡No basta! Y así todo. Parece que cualquier reforma exige su precio y nadie se atreve a imaginar siquiera que algunas podrían conllevar recortes.

A esta reacción corporativista se añade la reacción demagógica de la izquierda: la reforma de la Justicia sería demasiado represiva y carca, la reforma de los impuestos se limita a "regalos para los ricos", etc. Es cierto que el tope de 50% de los impuestos no concierne los salarios mínimos, pero su disminución general es una buena noticia para todos los contribuyentes.

Hay otro escándalo al revés. La oposición está criticando violentamente las medidas previstas para limitar lo que se califica de "reagrupamiento familiar". Pero jamás se precisa que ese rótulo significa que los musulmanes africanos podían hacer venir a Francia a sus tres o cuatro esposas y que la Seguridad Social las pagaba a todas un subsidio. Sólo la primera lo recibía  en concepto de esposa; las demás lo hacían por ser "madres solteras". Un aquelarre del que nadie habla.

Reformista timorato, el Gobierno no se ha atrevido a suprimir las 35 horas, limitándose a favorecer y abaratar las horas extra para cumplir con aquello de "trabajar más para ganar más"; consigna electoral de Sarkozy. Me dicen que en Francia, más que en otros países, el dicho según el cual qui va piano, va lontano es indispensable en materia de reformas. No estoy muy convencido.

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