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María Clara Ospina

La denuncia de José Saramago

La valiente acusación de Saramago no quedó ahí; el Nobel se reafirmó diciendo que "por su culpa es asombroso cómo en Colombia dos generaciones se han perdido. Su existencia sólo ha producido muerte..."

Que un comunista convencido, un Premio Nobel como el portugués José Saramago, se refiera a las FARC como "bandidos, narcotraficantes y antipatriotas" es un paso gigante hacia una sanción internacional en contra de estos terroristas. Su afirmación, hecha al periodista Yamid Amat en una entrevista para el diario El Tiempo, confirma que las FARC han perdido totalmente sus ideales políticos, si es que en algún momento los tuvieron.

La valiente acusación de Saramago no quedó ahí; el Nobel se reafirmó diciendo que "por su culpa es asombroso cómo en Colombia dos generaciones se han perdido. Su existencia sólo ha producido muerte..." Ya era hora que alguien de su prestigio internacional denunciara claramente a las FARC. Nadie podrá decir que estas son las declaraciones de un derechista o fascista, como se trata generalmente de desvirtuar cualquier ataque a la narcoguerrilla colombiana. Saramago, como todos sabemos, es un izquierdista consumado.

¿Quieren decir estas declaraciones que la comunidad internacional, sin importar su inclinación política, ha comenzado a entender el drama que Colombia ha sufrido, por más de cuarenta años, a causa de estos terroristas? Esta es la clase de denuncia que deberíamos estar escuchando de parte de intelectuales, gobiernos y organizaciones humanitarias de todo el mundo. Y no solo palabras, sino también en acciones.

Colombia no puede seguir en guerra. Ya es hora que las nuevas generaciones conozcan un país en paz, algo que nosotros no hemos conocido. Todos los que tenemos más de 40 años estamos cansados del desangre permanente. Son pocas las familias colombianas que no se han visto afectadas por este cáncer. Quién no ha perdido un familiar o amigo, ya sea a un soldado, un secuestrado, desaparecido, o ultimado en las condiciones más miserables, un hijo o hija guerrillero muerto en el monte, o alguien inválido o asesinado por una bomba, en uno de los cientos de ataques cometidos por los terroristas contra la población civil. ¡Cuánta sangre y cuánta miseria nos han dejado los grupos armados!

¿Cómo sería nuestra patria si todo el dinero y energía que se gasta en la guerra se destinara a la lucha contra la pobreza y en programas de salud, educación y desarrollo? Si hemos avanzado tanto en medio de esta guerra ¡cómo habría progresado Colombia en paz! Es un sueño que todos tenemos y al cual tenemos derecho. ¡Queremos paz!

Colombia necesita de la ayuda y la presión internacional para lograr que las FARC y el Gobierno se sienten a discutir un acuerdo humanitario, para que los secuestrados regresen sanos y salvos a sus hogares y, más importante aún, para que comiencen unas negociaciones de paz que tengan garantes y futuro.

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