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George Will

Un granjero para arreglar la política agraria

El 57% de las granjas no recibe ningún subsidio y dos tercios de las que los reciben perciben menos de 10.000 dólares. El 8% de las explotaciones, las de mayor tamaño, son las que reciben el 58% de los pagos.

Riley Webster Lugar, granjero de Indiana, se mantuvo enérgicamente en contra de la política del New Deal de matar cochinillos para controlar la oferta y así mantener la esperanza de elevar los precios. Su hijo Marvin, cuando le llegó el turno de llevar la granja familiar, si recibía como cambio una moneda de diez centavos con la efigie de Franklin D. Roosevelt, arrojaba la ofensiva moneda sobre el mostrador y denunciaba la política del New Deal de sostener los precios de materias primas controlando la oferta, lo que implica limitar la libertad para sembrar.

Hoy, el hijo de Marvin, Dick, continúa las dos tradiciones familiares: llevar la granja y enfadarse ante la notable continuidad que vincula las políticas agrícolas actuales con la planificación económica del New Deal. El nieto, que tiene ya 75 años, está volviendo a intentar reformar las medidas impulsadas por Franklin Roosevelt.

El año pasado, Lugar salió elegido con el 87% de los votos para su sexto mandato en el Senado (ningún otro habitante de Indiana ha servido ni siquiera cuatro). Es conocido principalmente por su trabajo en el Comité de Relaciones Exteriores, pero presidió el Comité de Agricultura en 1996 cuando el Congreso aprobó la Ley de Libertad Agraria. Se suponía que iba a eliminar los subsidios antes del 2001, pero cuando los precios de las materias primas cayeron en 1998, el Congreso respondió con gastos "de emergencia". En el 2002, volvieron a ser introducidos en vigor las ayudas a los precios. Aún así, contra toda evidencia, Lugar está seguro de que es posible la reforma racional.

Eagle Scout y receptor de una beca Rhodes, Lugar se convirtió en alcalde de Indianápolis a los 35 años. Allí logró la fusión de la ciudad y el condado, lo cual trajo a la ciudad lo que hasta la fecha eran recursos fiscales de las zonas residenciales de las afueras, además de la granja Lugar de 2,44 kilómetros cuadrados. En ella cultiva maíz, soja y nogales negros. Puesto que sus árboles capturan dióxido de carbono del aire, participa en el intercambio de asignaciones de carbono. El granjero Lugar está al día.

La política agraria no. Los agricultores norteamericanos, prodigiosamente productivos, nunca lo son más que la minoría que cultiva en la colina del Capitolio. Sus grupos de presión han trabajado para preservar el enfoque del New Deal. Hacen hincapié en lo poético de la granja familiar, pero su niebla sentimental oculta los datos. El 57% de las granjas no recibe ningún subsidio y dos tercios de las que los reciben perciben menos de 10.000 dólares. El 8% de las explotaciones, las de mayor tamaño, son las que reciben el 58% de los pagos. Las granjas con beneficios de 250.000 dólares o más reciben subvenciones de unos 70.000 dólares de media. Lugar quiere redirigir los fondos federales y dejar de subvencionar los cultivos favorecidos por el Estado para pasar a emplearlos en el desarrollo rural, porque menos del 14% de los residentes de zonas rurales trabajan en el sector primario.

Bajo el enfoque prolongado del New Deal, cinco materias primas –maíz, soja, algodón, arroz y trigo– se llevaron cerca del 90% de los 19.000 millones de dólares repartidos el año pasado en subsidios. Este es un incentivo perverso a la sobreproducción de esos cultivos, que provoca la reducción de los precios, lo que a su vez justifica las ayudas federales.

Lugar, que propone limitar la ayuda agrícola anual a 30.000 dólares por receptor, está intentando hacer reformas en un momento en el que la política energética federal está empeorando las cosas. Al subvencionar el etanol producto del procesamiento del maíz, el Gobierno está haciendo que su enfoque de subsidiar cultivos específicos sea cada vez más irracional: el entusiasmo por el etanol ha dado lugar a un incremento del 12% en un solo año de la superficie sembrada con maíz, cuyo precio se ha elevado un 20% durante ese periodo. Como es natural, los agricultores están dedicando menos hectáreas a la soja, lo que también la encarece. Además, los subsidios agrícolas norteamericanos, los cuales tienen lógicamente enfadada a la Organización Mundial de Comercio, se están convirtiendo en importantes frenos a una mayor liberalización del comercio global, y por tanto al enorme potencial de crecimiento de los ingresos que podían disfrutar por exportaciones los agricultores norteamericanos.

Lugar entiende los peligros de siempre de la producción agrícola: el clima y el comercio exterior. No quiere destruir sino rehacer la red de seguridad para los agricultores. Si por él fuera, se abandonaría el enfoque de subsidiar cultivos específicos por uno que proteja los ingresos agrícolas totales creando un programa que establezca un seguro que garantice los ingresos de todas las explotaciones.

Siguiendo el principio de que el modo de reducir la oferta de Gobierno es reducir su demanda, Lugar ayudaría a asegurar financieramente a los granjeros, pero no mediante prestaciones que distorsionan el mercado, adaptadas a cultivos específicos. En su lugar, hará a todos los agricultores elegibles para cuentas de gestión de riesgo. Los granjeros invertirían hasta 8.000 dólares al año en ellas, a las que el Gobierno también contribuiría con parte del dinero ahorrado abandonando los subsidios.

La política agrícola –otra manifestación del Estado del bienestar, otra contribución a que una parte de la sociedad adquiera la mentalidad de los "derechos" a recibir prestaciones– conlleva un problema que se presenta en todos los programas socialdemócratas: ¿cómo eliminas una adicción al Gobierno sin dañar al adicto? Si Lugar y los legisladores que están de acuerdo con él logran llevar a cabo sus objetivos, su logro será comparable a la reforma del Estado del bienestar de 1996, ese fecundo año que vio nacer la Ley de Libertad Agraria, de tan corta vida. Le deseo toda la suerte del mundo.

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