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EDITORIAL

Ahora que Gas Natural muerda el polvo

¿Acaso no era una empresa protegida por el tripartito? ¿Acaso no hizo el Gobierno malabarismos para favorecerla en la OPA contra Endesa? ¿Por qué ahora la dejan morder el polvo sin hacer nada?

Las inversiones que cualquier empresa privada realiza en el extranjero corren, evidentemente, a cuenta y riesgo de esa empresa. Esto no quita para que el Gobierno español vele y ponga la diplomacia a disposición de los intereses españoles, ya sean políticos o económicos. Por velar se entiende, por ejemplo, presentar una formidable queja si un Gobierno extranjero ataca o expropia empresas españolas. Parece de cajón, pero no olvidemos que esto es la teoría. La práctica, con Zapatero al frente, es muy distinta.

Ya sea en la Sudamérica de los nuevos tiranos o en el Magreb –polos preferentes de nuestra política exterior desde hace tres años- ninguna empresa española puede sentirse segura. Y no sólo porque demasiados países de ambas regiones estén gobernados por arbitrarias dictaduras, sino porque saben de antemano que ni Zapatero ni el ministro de Exteriores moverán un dedo por ellas. Lo hemos visto en Venezuela, Argentina y Bolivia y no ha pasado nada. El Gobierno español, nuestro Gobierno, ni sabe ni contesta. Antes que defender lo propio prefiere no incordiar ni un poquito a sus amigos, los responsables de las cacicadas que padecen las empresas españolas.

El caso de Argelia es, aun si cabe, mucho más sangrante. Porque, y esto no debería ser pasado por alto, junto a Repsol esta vez ha sido Gas Natural una de las damnificadas. Gas Natural, que hasta ayer era la niña bonita del presidente, digna cualquier homenaje –incluidos cambios en la Ley- y pieza fundamental en la política energética del Ejecutivo, no ha recibido comprensión alguna tras la ruptura unilateral y absurda del contrato gasístico por parte del Gobierno “amigo” de Buteflika.

Podemos entender que el Gobierno deje a Repsol abandonada a su suerte como hizo en Bolivia el año pasado. Lo que se sale del guión es lo de Gas Natural. ¿Acaso no era una empresa protegida por el tripartito? ¿Acaso no hizo el Gobierno malabarismos para favorecerla en la OPA contra Endesa? ¿Por qué ahora la dejan morder el polvo sin hacer nada? Algo huele raro en todo este asunto. Zapatero no ha emitido ni una nota de condena y el limitadísimo Clos, ministro de Industria, sabía de esta ilegítima maniobra desde hace más de un mes y lo mantenía en secreto desde entonces. Demasiados interrogantes que enmascaran el fin de un contrato millonario, prometedor para nuestra economía y sobre el que aún no se sabe prácticamente nada.

En Libre Mercado

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