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Ignacio Cosidó

La losa de Zapatero

El divorcio entre la euforia de Zapatero y la realidad de las economías familiares comienza a ser insalvable

La sociedad española ha dado muestras de un espectacular dinamismo y fortaleza en los últimos años. A pesar de la inestabilidad política generada por un gobierno coaligado con las fuerzas más radicales del Parlamento y de una política económica que se ha regido por el principio de no hacer nada, el empuje de nuestra sociedad nos ha permitido seguir creciendo en los últimos años por encima de la media europea. Sin embargo, los errores políticos de Zapatero y la incapacidad de su Gobierno para afrontar las reformas económicas necesarias parece que pueden terminar pasando factura. El divorcio entre la euforia de Zapatero y la realidad de las economías familiares comienza a ser insalvable en nuestro país.
 
La economía española comienza a dar algunos síntomas de agotamiento tras muchos años de un crecimiento espectacular. La desaceleración en sectores como la construcción o el turismo, la fuerte subida de las hipotecas y la pérdida de capacidad adquisitiva de las familias oscurecen el panorama económico por mucho que el presidente del Gobierno trate de disimularlo pintando de colores una situación irreal. La mayoría de los análisis revisan a la baja los índices de crecimiento español para los próximos años en una coyuntura internacional que presenta a su vez numerosas incertidumbres. Lo que es aún más preocupante es que hay una importante perdida de confianza y un creciente pesimismo entre los empresarios y los consumidores de nuestro país.
 
El efecto más inquietante de la situación actual sería que se consolide la destrucción de empleo que ya se ha apuntado en el mes de agosto. Primero por el drama que supone para muchas familias. Segundo, porque el empleo ha sido la base de nuestro crecimiento, aún a costa de haber perdido productividad. La pérdida de puestos de trabajo significa no sólo mayor gasto social sino también menores ingresos, lo que supondría la quiebra de otro de los ejes del milagro español, el saneamiento de sus cuestas públicas. Pero el aumento del paro podría tener además un impacto social en la nueva coyuntura desconocido en nuestro país. Así, el paro podría afectar en primer lugar a los cuatro millones de inmigrantes poco cualificados que viven ya entre nosotros y que carecen en gran medida de una red de apoyo familiar que les permita atenuar esa situación.
 
El problema no es sólo que el Gobierno no haya hecho nada ni esté haciendo nada por evitar el agotamiento de un modelo de crecimiento cada vez más desequilibrado mediante las reformas necesarias en nuestro mercado laboral, la contención del gasto público o introduciendo mayor flexibilidad y competencia a nuestra economía. Lo peor es que Zapatero ha realizado una política que en su conjunto puede agravar la dimensión y los efectos sociales de la crisis.
 
En mi opinión, el peor error de Zapatero ha sido promover una política de inmigración expansiva, con regularizaciones y llegadas masivas de trabajadores extranjeros poco cualificados, que si a corto plazo han permitido un mayor crecimiento nominal del PIB, a largo plazo pueden agravar la dimensión social de la crisis. Así, frente a las políticas crecientemente restrictivas que se practican en toda Europa en materia de inmigración, el Gobierno socialista ha convertido a España en el principal receptor de inmigrantes del mundo, en su mayor parte ilegal. El caos migratorio organizado por Zapatero puede tener en una coyuntura económica desfavorable como la que se apunta un coste social muy elevado para nuestro país.
 
El segundo error del Gobierno ha sido abortar una reforma profunda del sistema educativo que muestra en nuestro país una creciente desventaja respecto al resto de países europeos y una gran desconexión con el sector productivo de la sociedad. Por el contrario, el Gobierno ha dado pasos atrás en la mejora de la calidad de la enseñanza y ha centrado todo su esfuerzo en generar polémicas estériles como ese intento de adoctrinamiento político en las aulas que constituye la pretendida Educación para la Ciudadanía. Es evidente que en una sociedad del conocimiento crecientemente globalizada sólo la mejora de nuestro capital humano nos permitirá seguir progresando.
 
El tercer gran error ha sido no utilizar la política presupuestaria como un instrumento de reequilibrio de un crecimiento económico basado en un fuerte aumento del consumo interno pero que generaba a su vez un creciente déficit exterior. A pesar de los esfuerzos de un vicepresidente económico cada vez más aislado y desautorizado por contener las ínfulas gastadoras de algunos ministerios, lo cierto es que el gasto público ha sufrido un importante aumento en este periodo y no precisamente en la dirección adecuada. Pero la situación se agrava extraordinariamente en un momento en que frente a la extrema prudencia que debería imponer la actual coyuntura económica el presidente del Gobierno quiere hacer su campaña electoral repartiendo en cada mitin euros, viviendas y subvenciones con una chequera que en realidad pertenece a todos los españoles.
 
Hay sin duda muchos más errores, y algunos sumamente graves, como la incapacidad del Gobierno para defender los intereses económicos españoles más allá de nuestras fronteras, cuyo último episodio ha sido el caso de Argelia; la cancelación del Plan Hidrológico Nacional, lo que limita el crecimiento de algunas de las regiones más prosperas del país; la  ralentización de las principales infraestructuras de comunicación iniciadas por los anteriores gobiernos del Partido Popular o la pérdida de credibilidad para inversores extranjeros que ha supuesto el descarado intervencionismo político en el mundo empresarial como evidenció el caso Endesa.
 
Todos estos errores, de omisión pero también de acción, han terminado por lastrar una sociedad española que sigue manteniendo, pese a todo, un gran dinamismo y un enorme potencial de crecimiento. Es más, tengo el convencimiento de que si el electorado español se quita la losa que hoy supone Zapatero para nuestra economía no sólo podremos soslayar la actual crisis, sino que podremos prolongar durante un largo periodo la etapa de crecimiento que se inauguró hace ya más de una década con los gobiernos del Partido Popular.

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