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EDITORIAL

La violencia como compañera de viaje

La vicepresidenta ha vuelto a dejar en evidencia la condescendencia del Gobierno hacia quienes violan la Ley de Banderas, ultrajan a la Corona o amenazan de muerte a los miembros de la oposición, a quienes, encima, se permite dar lecciones de democracia

El presidente del PP catalán, Daniel Sirera, ha anunciado su decisión de denunciar ante la fiscalía al que fuera candidato de ERC al Ayuntamiento de Montmeló en las últimas elecciones, Marc Palacios, tras ser identificado como el energúmeno que, al grito de "Gora ETA", "tots morts", y con gesto de rebanarles el cuello, insultara y amenazara de muerte a los dirigentes del PP durante la reciente y violenta "celebración" de la Diada.

Hace bien el PP en tomar estas oportunas medidas judiciales de forma inmediata contra esta violencia política que sufre y que tanta condescendencia ha suscitado en el Gobierno de Zapatero desde antes incluso de su llegada al poder. La rapidez de reacción de la administración de Justicia ante estos crecientes casos de violencia política se ha ralentizado durante esta legislatura, como bien demuestra el caso de Oier Amorrortu: detenido esta mañana por delitos de terrorismo callejero, sobre Amorrortu ya pesaba desde 2003 una denuncia por amenazas al entonces concejal del PP en Llodio, Santiago Abascal.

Por su parte, la vicepresidenta Fernández de la Vega ha vuelto este miércoles a dejar en evidencia en el Congreso la condescendencia del Ejecutivo hacia quienes se niegan a cumplir la Ley de Banderas, ultrajan a la Corona o amenazan de muerte a los miembros del principal partido de la oposición, a quienes, encima, se permite dar lecciones de democracia. Eso, pocas horas después de que la alcaldesa socialista de Gerona, Anna Pagans, permitiera el martes por la noche que radicales independentistas, que habían interrumpido violentamente el pleno, leyeran un manifiesto en el que hicieron apología de un delito de ultraje a España y a la Corona, tal y como el que recientemente se perpetró en aquella localidad con la quema de un retrato de los Reyes.

No hay que extrañarse de la poca importancia que los socialistas han dedicado durante toda la legislatura a estos insultos y amenazas que han tenido de destinatario al PP –y, más recientemente, a la propia Corona–, si tenemos en cuenta la radicalidad sin precedentes de sus socios de gobierno.

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