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Daniel Rodríguez Herrera

Radiohead, Madonna y elpais.com

Los diarios han tenido que pasar de lloriquear por la competencia que hace internet al sacrosanto formato de árboles muertos a plantear la batalla. Me da que la industria discográfica, en cambio, prefiere seguir sollozando un poco más.

Como imagino que todos ustedes sabrán a estas alturas, la banda británica Radiohead puso a disposición de los internautas su último disco, In Rainbows, sin necesidad de pagar nada. Pedían sólo la voluntad. Y han logrado recaudar nueve millones de dólares en una semana. El problema del experimento de Radiohead es que no es generalizable. Son una banda muy bien establecida, conocida, con una base de seguidores amplia y fiel. Un grupo que empieza u otro que ya tiene sus seguidores pero no llena plazas de toros ni estadios no habría logrado tamaña repercusión mediática con un ofrecimiento así ni habría logrado las ventas de los británicos. Tampoco podría generalizarse el ejemplo de Prince, regalando su último trabajo con la compra del Daily Mail. Básicamente, pocos son tan ricos como para poder permitírselo.

Sin embargo, es Madonna quien ha emprendido una vía que seguramente sea la más transitada por los músicos de aquí a unos años. Ha abandonado a su discográfica y firmado un contrato con una empresa promotora de conciertos. Madonna, esa gran empresaria de sí misma, que ha cambiado con éxito su estilo una barbaridad desde que empezó, siempre al olfato de las nuevas tendencias, parece haber entendido por dónde van los tiros. Y es que la vía principal de ingresos de los artistas serán los espectáculos en vivo y el merchandising. Los discos, aparte de ser el material base, funcionarán sobre todo como forma de promoción.

Habrá quien piense que ese camino también está cerrado a los músicos de menor audiencia. Sin duda, ellos lo tendrán más difícil, pero no cabe duda de que se les irán abriendo nuevas vías para permitirles llegar a su posible audiencia. Ahora mismo, sitios como MySpace o GarageBand les permiten tener una ventana abierta a su público. Lo que les hacen falta son maneras de hacerse notar dentro del maremágnum de internet, mediante sistemas de recomendaciones, por ejemplo, y llegando a oídos de expertos con acceso a medios más masivos que puedan darles cancha en programas de radio o revistas especializadas, por ejemplo. Es decir, han de ofrecer su música gratis y lograr que se les escuche.

Es lo que nuestro compañero Enrique Dans llama la economía de la atención. En un mundo sobresaturado de contenidos de todo tipo, con mil televisiones, radios, artistas, películas y no hablemos ya de la web, es un requisito esencial para hacer negocio ser capaz de llamar la atención del consumidor, algo que seguramente –vista la competencia– llevará necesariamente a ofrecer productos de calidad gratis y cobrando por otras vías una vez que el cliente haya empezado a hacernos caso. Así, los músicos tendrán que asumir que si quieren ganarse las castañas con lo suyo tendrán que trabajar tocando y promocionando sus canciones, que regalarán a quien quiera oírlas.

Esto no se reduce sólo a la música, claro. Tenemos otro claro ejemplo en el anuncio de la apertura de los contenidos de El País en internet, que acaban de anunciar junto a su esperado rediseño del periódico en papel, cuya principal novedad parece haber sido que ya han dejado de ser independientes de la mañana. Casi todos los grandes medios del mundo ofrecen gratuitamente todo o parte de su contenido, esperando generar la atención suficiente como para tener más ingresos de la cada vez más sabrosa tarta publicitaria de internet. Han tenido que pasar de lloriquear por la competencia que hace internet al sacrosanto formato de árboles muertos a plantear la batalla allí donde está el futuro.

Me da que la industria discográfica, en cambio, prefiere seguir sollozando un poco más.

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