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Carlos Semprún Maura

"Sarko" y "Sego", otra vez.

El caso es que esta dramatización de las municipales se personifica, otra vez, en las figuras de Nicolas Sarkosy y de Segolène Royal, la cual, ante el coma profundo del PS, ha vuelto al primer plano. Los medios también tienen la culpa de ese come back.

Una amplia y esotérica discusión se ha abierto en Francia, para decidir si las próximas elecciones municipales de marzo serán locales o nacionales, cuando el más sencillo sentido común sabe que son locales, con evidentes repercusiones nacionales. El PS quiere hacer de esa consulta la expresión del rechazo nacional a la política de Sarkosy, y, mira por donde, la mayoría quiere exactamente lo contrario. Pero al mismo tiempo se dan bastantes casos de alcaldes muy populares en sus ciudades, o burgos, que no tienen "destino nacional", pero pueden perfectamente ser reelegidos.

El caso es que esta dramatización de las municipales se personifica, otra vez, en las figuras de Nicolas Sarkosy y de Segolène Royal, la cual, ante el coma profundo del PS, ha vuelto al primer plano. Los medios también tienen la culpa de ese come back. En todos los platós de televisión, radios, primeras planas de los diarios, sale "Sego" insultando a Sarkosy, diciendo que vive como un millonario y hasta tiene amigos millonarios. (Ella, en cambio, sólo tiene amigos ricos). Teniendo en cuenta que existe un descontento, a causa del nivel de vida, de la inflación y, todo hay que decirlo, también por la presencia agobiante de Sarkosy y sus piruetas a veces incomprensibles, puede que los socialistas, mayoritarios en las regiones (gobiernan 20 sobre 22), resistan, lo cual sería una catástrofe para ellos, porque todos los discursos sobre "renovación", "programa", "ideología", etc, se archivarían. ¿Para qué tanta discusión, puesto que ganamos elecciones? Sin embargo, la miseria intelectual del PS se refleja en una sola frase, pronunciada recientemente, nada menos que por el primer secretario, François Hollande: "Somos partidarios de la economía de mercado, pero adversarios del capitalismo". Y con esos piojos doctrinales pretenden "renovarse".

Frente al conservadurismo corporatista del PS, el balance de los 8 meses de presidencia de Sarkosy tampoco es muy lisonjero. En política internacional –pregúntaselo a Angela Merkel–, la "diplomacia de la reconciliación" con todos los países es pura demagogia, aunque me parezca positiva la "reconciliación" con los USA, y un tono diferente al de Chirac con Israel.

Pero como en las municipales lo que cuenta es la política interior, su balance reformista, aunque tímido, no es negativo: supresión de los "regímenes especiales" de los funcionarios para las pensiones, anulación de hecho, de las 35 horas, mayor flexibilidad del mercado laboral, reducción de la burocracia estatal, unificando las dos administraciones de Hacienda, las dos que se encargaban del empleo; reforma de la Universidad, e inicio de reformas de los manuales de enseñanza de las "ciencias económicas y sociales", para limpiarlas, algo, del marxismo–leninismo dominante. Y algunas más, como el servicio mínimo en caso de huelgas en los trasportes. En cambio, y ya que se trata de las municipales, nada se ha intentado aún, contra la gigantesca burocratización que resulta de la "descentralización", con municipios, cantones, departamentos, regiones, (¿algo se me olvida?), con sus subvenciones, impuestos, prorrogativas contradictorias, y plétora de funcionarios–parásitos. Y no hablemos de cultura, o de su defunción.

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