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Juan Morote

Mi mamá me mima

El pecado de los obispos no es haber hablado, ni siquiera es haberlo hecho en campaña electoral, como por otra parte han hecho siempre. Lo imperdonable es que tienen razón.

Así rezaba una de las primeras lecciones de la cartilla de iniciación a la lectura que Palau nos proporcionó a varias generaciones de españoles. Si bien parece, a la vista de los acontecimientos presenciados estos últimos días, que algunos dirigentes del PSOE no llegaron a superar tan elevada exigencia académica. Es decir, siguen sin saber leer. Y la verdad es que uno, siendo cándido, se inclina a pensar que sí saben leer, pero no entienden lo que leen.

Al socaire de la nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española, los más destacados dirigentes del PSOE se han lanzado, cual gavilán pollero, a la caza y captura del manteo y la mitra, porque como decía la presentadora del telediario de la secta, se trata de "la nota de los obispos contra el PSOE".

Por supuesto que ninguno de los agresores se han leído la nota completa, imagínense leer dos folios, apenas once párrafos. Ni muchísimo menos se han asomado, ni por el forro, al documento del que esta nota trae causa: la Instrucción Pastoral de la Asamblea Plenaria de la CEE que llevaba por título "Orientaciones Morales ante la situación actual de España" de noviembre de 2006. Claro, esta tenía veintisiete folios, nada menos que ochenta y tres párrafos; para José Blanco esto es casi tanto como un libro de derecho procesal.

El pecado de los obispos no es hablar de política, ni siquiera que lo hagan en campaña electoral, como por otra parte siempre han hecho. Lo imperdonable de los obispos es que tienen razón. Especialmente cuando señalan que no es moralmente admisible negociar políticamente con terroristas. ¡Pues claro que no! Ni tampoco es moralmente admisible el ninguneo al que han sometido a las víctimas del terrorismo los progres gobernantes.

Pero está en juego un bien mayor: lo que no admite el Gobierno y sus corifeos es que alguien hable de "verdad" al margen de la voluntad del gobernante. No todo vale en democracia. Como decía Mill en su ensayo sobre la libertad, cuando a alguien se le impide la expresión de una opinión, se comete un robo a la raza humana, ya que si la opinión es verdadera se priva a la sociedad de la posibilidad de cambiar el error por la verdad. Debemos recordar que quien se niegue a escuchar el punto de vista de otro, porque lo tilda de falso, en realidad es como si estuviera afirmando que la verdad que se posee, que "su verdad", es absoluta. Y ese es el dogma de la progresía de este país. Ese es el dogma del talante. Por eso se quiere amordazar a los obispos y también al PP.

Lamentablemente, esto va a ser sólo el principio, ahora saldrán las consignas de Ferraz (como en tiempos del Komintern) hacia todos los rincones de España, con la intención de identificar al PP con los obispos, para tratar de generar en la opinión pública la idea de que la vuelta del PP al poder supondrá la imposición a todos los españoles de las convicciones morales de la Iglesia Católica.

Mientras tanto, José Blanco y sus adláteres seguirán amenazando a los católicos en la persona de sus prelados, y seguirán sin leer nada, porque ninguna falta les hace, no vaya a ser que al leerlo lo entiendan y se den cuenta de que su diatriba no se compadece con la realidad. ¡Lástima de cartilla Palau!

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