Tal vez la catarata de malas noticias que se han producido este martes en el ámbito económico no tengan, individualmente consideradas, la extrema gravedad del histórico incremento de paro registrado en enero, hecho público un día antes. En conjunto, sin embargo, hacen de este martes una nueva jornada negra para la credibilidad de este Gobierno que, pese a su acreditada aversión a la verdad, insiste en que hay "motivos para creer" en sus muchos eslóganes electorales.
Juzguen si no ustedes mismos. Para empezar, el Ibex se ha desplomado un 5,19%, su segunda mayor caída desde septiembre de 2001. El hecho más significativo es que el mercado español vuelve a cosechar el descenso más pronunciado de todos los parqués del Viejo Continente.
Como consecuencia del aumento del paro, los analistas también han revisado al alza las previsiones de morosidad crediticia –que ya aumentó en 2007– hasta el extremo de considerar que podría duplicarse a finales de 2008.
Asimismo, este martes se ha sabido que el índice de crecimiento de la economía española también se desplomó en enero, con un ritmo de contracción que no se había registrado desde los ataques terroristas del 11-S en Estados Unidos.
También este martes se ha sabido que la cacareada "renta básica de emancipación" –mera subvención con la que el Ministerio de Vivienda pretende electoral e irresponsablemente maquillar los problemas estructurales que sufre el mercado del alquiler– sólo se va a entregar, por lo menos de momento, al 5,6% de los jóvenes que la han solicitado.
Como remate para la credibilidad del Gobierno –especialmente cuando afirma que la visión negativa de la situación económica sólo es cosa de "los catastrofistas del PP"–, este martes también se ha sabido que el Indicador de Confianza del Consumidor del ICO también ha marcado otro mínimo histórico al descender por noveno mes consecutivo. En enero, este índice bajó 1,4 puntos respecto del mes precedente.
Visto lo visto, y dejando al margen las engañosas componendas de este Gobierno con el terrorismo, ese eslogan socialista de que hay "motivos para creer" se está convirtiendo a marchas forzadas en una llamada a la fe. A la fe ciega, por supuesto.
