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Serafín Fanjul

El Patriota

Queridos lectores: yo no soy quién para darles consejos, ni respecto al voto ni respecto a nada, pero sí puedo aclarar que un servidor sí votará por patriotismo, pero nunca al Patriota de marras.

El aparato de propaganda del PSOE, que no es sólo el séquito de Pepiño y compañía, sino las enormes mesnadas de mercenarios a su servicio en casi todos los medios de comunicación, sabe bien que para hacer creíble un embuste y convertirlo en verdad indiscutible se precisan dos factores fundamentales: repetirlo muchas veces y que su volumen resulte monumental. Paradójicamente, cuanto mayor es una mentira mejor cuela. Si a ello se agrega mucha desvergüenza para negar con carita de bueno cualquier cosa, el éxito está asegurado.

Todo esto lo conoce perfectamente Rodríguez, cuyo rostro, a prueba de bombas nucleares, es inmune a toda evidencia. Por no cansar a los lectores omito una lista, ni aproximativa, de las veces en que el Guía o cualquiera de sus adláteres han negado la realidad inmediata y visible; les da todo igual: niegan y niegan y niegan. Tan frescos como la esposa (o el esposo) pillada (o pillado) in fraganti que ya ni siquiera acude a aquello tan socorrido de "no es lo que tú piensas", simplemente dice que no, que aquel no es un señor en bolas sino el canario de la vecina, canorete y juguetón, que le estaba dando una alegría democrática, como las que Rodríguez proporciona a Zerolo: ¿pues qué te habías creído? Y el marido (o la marida, como pretende no sé qué feminista andaluza denominar a la esposa) termina asintiendo compungido y pidiendo perdón, como dizque hacía Carlos IV cada vez que trincaba a María Luisa de Parma, su señora, encamada con Godoy.

Pero como no hablamos a fume de palla, fuerza será recordar algunos hitos gloriosos: en el último debate entre Rajoy y Rodríguez, al mostrar la resolución de las Naciones Unidas signada y votada por el Gobierno de Rodríguez en junio de 2004 apoyando la intervención militar en Iraq, el tipo decía que no, que no es verdad y ensayaba una nueva finta de desfachatez, silbido de pastor para su rebaño ("Esto sí que es una exclusiva mundial: ahora resulta que yo apoyo la guerra de Iraq"), en la seguridad de que la completa tropa de borregos se va a identificar con su no frente a cuantos documentos quiera o pueda enseñar el otro. Ante la cara dura, en fértil simbiosis con la complicidad fanática de sus facciosos, no hay argumento que valga.

Lo mismo hizo al recordar el del PP la persecución del español en Cataluña: "No es verdad, no es verdad", repetía con su mejor semblante de oligofrénico que pasaba por allí. Y cuando, de chiripa, le pillamos con la estimulante amenaza de aumentar la tensión y el dramatismo, utilizó el casual desenmascaramiento de su canallada para subir el tono y asegurar que lo de la tensión se refería a otra cosa, tal vez a que tiene la tensión baja y debe tomar café. Para qué seguir, si todos tenemos presentes los ejemplos vividos a lo largo de estos cuatro años vergonzosos.

Pero en un punto hay que fijar la atención: el patriotismo del fulano, de quita y pon y sólo para las elecciones. De ahí el enorme gasto institucional en publicidad del "Gobierno de España", la acusación de antipatriotas para quienes denuncian las calamidades económicas que pilota con mano firme, la burla contra los "patriotas de hojalata" a la más mínima ocasión o el desmentido de sus faranduleros, que aseveran no haber insultado a los votantes del PP, cuando lo hemos oído todos. Mariano Rajoy –que finge seguir cayéndose del guindo con tal navajero– y sus muy dudosos asesores se rasgaban las vestiduras porque el individuo había sacado los muertos del 11–M.: ¿pero alguien dudaba de que lo haría? ¿Por qué no le dio una contestación, de las tres o cuatro posibles, que lo dejara mudo, petrificado y con el rabo entre las piernas, aun a costa de que el pobre Zerolo se pierda algunos orgasmos democráticos?

Mas volvamos al patriotismo. Quien impide que una orquesta militar (del Inmemorial, en un recital por el 2 de mayo) interprete la Marcha Real, o Himno Nacional; quien se inhibe de la omisión y arrinconamiento de la bandera de España en un centenar de ayuntamientos gobernados por socialistas (por añadidura a los regidos por sus compadres separatistas); quien humilla y veja a nuestro Ejército forzándolo a fugarse de Iraq; quien claudica ante pigmeos como Marruecos; quien promueve el Estatuto de Cataluña, que consagra de facto la separación de esa región (Agencia Tributaria y Judicatura independientes, más proscripción del español, lengua de apestados: eso se llama independencia); quien pacta con la ETA su retorno triunfal a las instituciones; quien afirma que la nación es un concepto discutido y discutible (también lo negó: oigan, qué jeta tiene el tipo)... en fin, ése es el que blasona de patriota, justo hasta el día 9 y ni un minuto más. Es como aquello de los "Cien Años de Honradez" del PSOE: y ni un minuto más, agregábamos los rojos del tiempo, cargaditos ya de roldanes, rubios, filesas, malesas y demás familia.

Queridos lectores: yo no soy quién para darles consejos, ni respecto al voto ni respecto a nada, pero sí puedo aclarar que un servidor sí votará por patriotismo, pero nunca al Patriota de marras.

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