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Serafín Fanjul

Lo que veremos

Hay periodistas asegurando que esta vez Rodríguez sí dice la verdad, que "su música suena bien" (sic), que no hay razones para desconfiar, etc. O sea, que va a ser bueno. Están de broma o nos toman por retrasados mentales.

Unos días antes del Accidente en que una mayoría relativa de españoles nos ha metido a todos, Mariano Rajoy aseguraba –y yo le creo– que tanto él como su partido son perfectamente previsibles. Cierto, pero tampoco Rodríguez y el suyo constituyen arcanos impredecibles. A fuer de sinceros –y sin necesidad de fungir de profetas– todos sabemos lo que va a suceder en los años venideros y con aproximación dramática. Unos lo diremos, otros callarán por aquello del negocio y la mayoría –el tocino social que votó a Rodríguez como a una Macarena laica– se inhibirá, sentenciando un "ahí me las den todas", tan racial y carpetovetónico. ¿De veras tendrán razón los musulmanes cuando aseguran, apuntando con el índice al cielo, maktúb (Está escrito)? ¿De fijo nuestro futuro está decidido y nuestra suerte echada (por la borda)?

Sin ponernos apocalípticos –el Apocalipsis llegará con la suma de indignidades y fracasos– sí podemos, por ahora, prever algunos de los efectos inmediatos de las pasadas elecciones. Los padres de Sandra Palo (y tantos similares) seguirán sin hallar consuelo en la Justicia, porque no habrá reforma de la Ley del Menor, del Código Penal ni de la Ley de Enjuiciamiento Criminal: jueces, leyes y "legisladores" no están para esas zarandajas habiendo otros objetivos más sabrosos y mollares. Las víctimas del terrorismo prolongarán su agonía de sufrimientos, despreciados por el Poder y acogotados por sus omnipresentes medios de comunicación.

Nuestra política exterior, gallardamente comandada por el nada heroico León o por la Pija de la Chupa, cosechará éxitos comparables a los de Moratinos, el inolvidable, ya celebrando conferencias de altísimo nivel con Melanesia, Mongolia Exterior y Alto Volta, ya firmando calladitos y sin dar un ruido cualquier cosa que nos pongan delante franceses y alemanes. La inmigración ilegal continuará creciendo a su aire sin que el Caldera de turno haga otra cosa que anunciar "políticas activas", sintagma misterioso para cuyo desciframiento, hasta la fecha, no nos han ayudado las dotes adivinatorias de que más arriba hablamos.

La Cultura será bálsamo de incertidumbres y desasosiegos: el Chikilicuatre, con las bragas de su mulata en la mano, representará dignamente a los votantes de Rodríguez en Eurovisión (¡Ahí es nada!), mientras Zerolo se forra vendiendo ejemplares de su Manual de Estilo Mitinero y Juan Goytisolo –que lleva tiempo trabajándoselo con César Antonio, felizmente olvidado de Cunqueiro y otras antiguallas franquistas– obtendrá, por fin, el Cervantes, notable avance cultural en armonía con la barra libre que las oportunas reformas de la ley del aborto aportarán a una sociedad tan sobrecargada de gente.

En paralelo, el Ministerio de Educación, sin muchas más competencias (o incompetencias) de que cuidar, erigirá un monumento al Trío de la Bencina (Marta Mata, Alvaro Marchesi y Pérez Rubalcaba) como señeros responsables que son del arrasamiento de la enseñanza en nuestro país. Maestros y profesores de todos los niveles, agradecidos por las tortas que les propinan los alumnos, acudirán tres veces por semana a cantarles salmos (laicos) y aleluyas. Complementaria de lo anterior –y como ya hemos adelantado en estas páginas– será la utilización en exclusiva en las aulas y fuera de ellas de todas las lenguas nacionales, autonómicas, regionales, comarcales, locales, de bisbarra y pedanía, uso progresista que vendrá irremisiblemente acompañado de los lógicos y crudos castigos a quienes, en gesto insolidario y retrógrado, hablen en español.

El Ejército, ese fósil siempre sospechoso, continuará su feliz reconversión en el "Team de la Señorita Pepis" y la nueva ministra de vivienda, en vez de apretujillos y alpargatas para buscar piso, regalará a los jóvenes llamadas gratis para que gorroneen a un amigo poseedor de un apartamento en la costa, aunque sólo para el fin de semana. Como la economía y el comercio marcharán a pedir de boca no hay ni que mencionarlos y, en líneas generales, el talante demostrará su talento, por si alguien albergaba dudas.

Hay periodistas –que aparentemente no forman en la tropa de adictos al régimen– asegurando que esta vez Rodríguez sí dice la verdad, que "su música suena bien" (sic), que no hay razones para desconfiar, etc. O sea, que va a ser bueno. Están de broma o nos toman por retrasados mentales: el "queremos más de lo mismo" de Serrat en el 93 describe bien la situación y, por cierto, el tipo sigue queriendo lo mismo (¡qué tenacidad desinteresada!). Cuando González perdió la mayoría absoluta, soltó aquello de "He-ntendío el mensahe". Y siguieron las filesas. Así pues, agárrense, que vienen curvas y esta gente ni sabe lo que es el freno.

En España

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