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EDITORIAL

Peces Barba da otra lección de "ciudadanía"

Lo que nos preguntamos es si el desprecio a la división de poderes y la irreverencia ante las sentencias también van a formar parte de esos "valores constitucionales" que, según Peces Barba, se van a impartir en la nueva asignatura de marras.

Un cosa es el derecho que asiste a todo ciudadano a valorar y, en su caso, a discrepar abiertamente de las resoluciones judiciales con las que no está de acuerdo, y otra muy distinta mostrar una irreverencia rayana en el desacato, tal y como ha hecho Gregorio Peces Barba ante la reciente sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) que reconoce el derecho a la objeción de conciencia ante la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

Tras afirmar que dicha sentencia no merece "consideración ni respeto alguno", Peces Barba ha pronosticado que "va a durar menos que un pastel a la puerta de un colegio", dando así por hecho que el Tribunal Supremo fallará a favor del recurso.

Dada la escasa consideración que los socialistas tienen por la independencia judicial, no vamos a poner en cuestión el pronóstico de Peces Barba. Lo que nos preguntamos es si el desprecio a la división de poderes y la irreverencia ante las sentencias van a formar parte de esos "valores constitucionales" que, según Peces Barba, se van a impartir en la nueva asignatura de marras.

Más paradójico es que Peces Barba reproche al TSJA que no haga referencia en su fallo al artículo 27.2 de la Constitución ('La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales'), cuando precisamente entre esos derechos y libertades fundamentales está la libertad ideológica y religiosa (art. 16) que dicha "asignatura" obligatoria viene a cercenar. Eso, por no hablar del artículo 27.3 que establece que "los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones".

Finalmente, ¿qué respeto cabe esperar a los valores constitucionales de quienes no dejan de hacer proselitismo sectario en favor de un anticlericalismo travestido de "laicismo" que poco tiene que ver con el Estado aconfesional que promulga nuestra Carta Magna?

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