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EDITORIAL

Las próximas elecciones comienzan ahora

Nada peor tras la victoria del PSOE que un PP enrocado y sordo a las sugerencias y quejas que sus bases tengan que formular respecto a la designación de candidatos y al desarrollo de las campañas en los niveles autonómico y provincial

A pesar de haber mejorado sus resultados con una participación electoral igual a la de hace cuatro años, es evidente que el PP no ha cumplido su objetivo, desalojar a Rodríguez Zapatero de la Moncloa. Tampoco en el nivel regional el partido de Mariano Rajoy ha satisfecho sus expectativas. Así, sus avances en Madrid, Valencia, Murcia y Castilla-La Mancha quedan empañados por la insuficiencia de las mejoras en Cataluña y Andalucía, dados los escaños en juego y las pérdidas de 2004. También ha estado por debajo del PSOE en Aragón, Asturias y Baleares, a lo que cabe añadir una preocupante bajada en Ceuta, Melilla y Galicia, donde sin embargo vuelve a ganar.

Así las cosas, corresponde al coordinador de la campaña electoral, Pío García Escudero, y al secretario general del PP, Ángel Acebes, estudiar sin prejuicios las causas de unos resultados tan dispares, especialmente en algunas comunidades autónomas donde la subida de escaños se daba como algo hecho. Este análisis, ineludible tras cualquier proceso electoral, y más aún cuando éste se ha saldado con una derrota, debe incluir todas las hipótesis, comenzando por los errores propios. Algunos dirigentes provinciales del partido no han dudado en responsabilizarse de sus fracasos. Son los casos del alcalde de Oviedo, que no ocupará su escaño por Asturias, y el presidente del partido en Teruel, que puso su cargo a disposición del partido.

Nada peor tras la victoria del PSOE que un PP enrocado y sordo a las sugerencias y quejas que sus bases tengan que formular respecto a la designación de candidatos y al desarrollo de las campañas en los niveles autonómico y provincial. La única forma de ganar unas elecciones consiste en combinar un liderazgo nacional firme y claro y un mensaje coherente con una campaña que tome en cuenta las peculiaridades políticas, sociales y culturales de las distintas circunscripciones. A menudo los líderes de los partidos olvidan que el comportamiento electoral de los madrileños, que suelen votar en clave casi exclusivamente nacional, no es siempre la regla.

No hay más que reparar en las pérdidas socialistas en provincias como Cádiz y Murcia, donde las cabezas de lista populares eran personas perfectamente familiarizadas con su circunscripción, justo lo contrario que sus contrincantes del PSOE, para darse cuenta de que la coordinación entre jefes locales y provinciales y directores de campaña es fundamental a la hora de arañar unos votos vitales para conseguir ese escaño o senador de más, y así contribuir a la victoria global.

Por tanto, la primera pregunta que deben hacerse los equipos de la calle Génova es si hay algo que podrían haber hecho para evitar que en algunas zonas el PP haya retrocedido, y qué contribución pueden hacer los afiliados para mejorar la situación. Otra cosa bien distinta es la propalación de mensajes disgregadores, algo que no aporta ningún tipo de solución. A este respecto, ni las manifestaciones de Miguel Sanz ni las veleidades mediáticas de Montserrat Nebrera aportan nada positivo. No obstante, la mejor forma de evitar la disonancia es comenzar sabiendo dónde y cómo hay que afinar. Los políticos avezados saben que las siguientes elecciones no comienzan cuatro años después de las anteriores, sino el día después. Esperamos que el debate que debe preceder el próximo congreso del PP no entorpezca el estudio serio y desapasionado de estos comicios, sin duda la mejor forma de preparar los próximos.

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