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Isabel Durán

La ruta de los horrores

Todo un holocausto a la vuelta de algunas esquinas en distintos lugares de España, empezando por la otrora moderna y vanguardista Barcelona, gracias a la inacción, si es que no connivencia, de los poderes públicos.

Enhorabuena Zapatero, la última medida aprobada por su Consejo de Ministros a 48 horas de las elecciones generales fue acudir en socorro de los Morines de turno que se forran impúdicamente. Cómo no, siempre tan atento en ampliar los derechos de los españoles, como gusta usted de decir, para beneficio de los más débiles. A la vista está que pasar a calificar los fetos abortados como residuos sanitarios era una gran necesidad de la sociedad. Toda una conquista para aquellas mujeres que con tanto empeño pregonan la propiedad exclusiva sobre su propio cuerpo. Y es que, ¿cómo seguir sufragando los onerosos gastos de los furgones fúnebres de las criaturas descuartizadas si uno invierte en una trituradora, la paga en tres cómodos plazos y se deshace del cuerpo del delito en un pis pas? Mis felicitaciones a la vice-fashion victim en funciones y a su ministro de Justicia en idéntica situación por los quebraderos de cabeza que han tenido que pasar por cuidar con tanto cariño de las mujeres víctimas de los matarifes sin escrúpulos.

El jefe de los carniceros tenía sida desde hacía diez años y realizaba las sangrías tan contento, elevaba a las empleadas de la limpieza a la categoría de auxiliares sanitarios en los quirófanos para que ayudaran en las macabras operaciones y abarataba los costes haciendo radiologías sin radiólogos y anestesias sin anestesistas. Un logro del feminismo sin par. Comprendo el espanto de todas las mujeres del Gabinete Zapatero que han salido en tromba a los medios de comunicación escandalizadas por tan inhumano asunto e incluso me enternece la condena de los varones con cartera y su conmoción por las bestialidades conocidas. Un Ejecutivo lo que se dice atento y sensible para con los seres indefensos. Ni una sola palabra a los morines que campan a sus anchas en España.

Nuestro país tiene ya el triste honor de haberse convertido en el principal circuito abortivo europeo. La ruta de los horrores. La senda de los asesinatos de las criaturas fuera del vientre de sus madres a los ocho meses de gestación mientras respiraban. El itinerario de las trituradoras silentes en las noches de terror, a la espera de que con el despertar de la mañana los fetos fueran sacados de los congeladores para su destrucción. Es de agradecer el esmero que pusieron en el cuidado de la salud del vecindario de las clínicas del cruel delincuente no quebrando los sueños de los vecinos al poner en marcha las máquinas de picar carne humana sólo a plena luz del día. Así da gusto.

Todo un holocausto a la vuelta de algunas esquinas en distintos lugares de España, empezando por la otrora moderna y vanguardista Barcelona, gracias a la inacción, si es que no connivencia, de los poderes públicos. Unos poderes que, tras conocer lo que allí ocurría con pruebas incontrovertibles como los vídeos de las televisiones danesa e inglesa, no sólo miraron para otro lado sino que han acudido prestos en auxilio de tan suculento negocio legislando para que se triture a gusto, sin tan siquiera abrir investigaciones en Hacienda al conocerse los pagos en dinero negro.

En fin, un negocio tan negro como el futuro de la mal llamada progresía. Que tengan dulces sueños, si pueden, y sigan diciendo que sólo la mujer es dueña de su propio cuerpo. Y de los cuerpos de las trituradoras, ¿quiénes son los dueños? Descansen en paz, residuos sanitarios de Zapatero.

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