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Emilio J. González

Crisis crediticia, crisis de confianza

Ben Bernanke ha encendido nuevamente las alarmas acerca de la gravedad de la situación en todos los mercados financieros internacionales

La decisión de la Reserva Federal estadounidense de recortar por sorpresa el tipo de descuento con el fin de contribuir a que haya crédito en los mercados interbancarios internacionales puede dar lugar a más problemas de los que pretende resolver. Con su inopinada decisión, Ben Bernanke ha encendido nuevamente las alarmas acerca de la gravedad de la situación en todos los mercados financieros internacionales y las bolsas han reaccionado en consecuencia, esto es, cayendo. Anticipan así una coyuntura mucho peor de lo que se había venido diciendo hasta ahora tanto en el sector financiero como, por derivada, en la economía real.

El comportamiento de las bolsas no es indiferente a lo que sucede con las entidades financieras afectadas por la crisis. Por un lado, estas entidades tienen invertido una buena parte de su patrimonio en activos financieros que se están viendo depreciados como consecuencia de los números rojos en los mercados de valores. Esa depreciación está creando nuevas dificultades a dichas entidades porque si esos activos valen menos, tienen que registrarlo en sus cuentas y hacer las pertinentes provisiones, lo que ocasiona que aquellas que tengan agujeros vean agravado el problema, mientras que aquellas otras que no los tienen se vean inmersas en dificultades por esta razón.

Al mercado lo que le preocupa es que todavía no se sabe cuál es el verdadero alcance de la crisis. Aquí nadie se fía de nadie porque aunque hay entidades que ya han manifestado el impacto de la misma sobre sus balances, aún se desconoce si no tendrán más problemas como consecuencia de la caída de las bolsas o de las subidas de los tipos de interés en los mercados financieros para poder captar recursos, así como si no aparecerán nuevas entidades con problemas. Que Bear Sterns anunciara la semana pasada que tenía problemas de liquidez y que, al final, haya acabado siendo vendido a JP Morgan revela hasta qué punto los mercados tienen razón en estar nerviosos porque en cualquier momento puede saltar una nueva sorpresa. Por consiguiente, no es de extrañar que nadie preste a nadie por mucho que la Reserva Federal reduzca el tipo de intervención.

Aquí lo que hay, sobre todo, no es ya una crisis financiera, sino un problema de confianza. La extensión de la crisis no es más que una consecuencia de esa falta de confianza que provoca la escasez de crédito. En consecuencia, lo que habría que hacer para superarla lo antes posible es tomar medidas que contribuyan a restaurar esa confianza perdida en las instituciones crediticias. Los recortes de tipos de interés por sorpresa no contribuyen, precisamente, a generar esa confianza. Por tanto, sería mucho más lógico cambiar la forma de hacer las cosas y dejar caer aquellas instituciones que sean insalvables mientras se concentran todos los esfuerzos en sostener a las que pueden tener futuro. En cierto modo, es lo que ha hecho JP Morgan al adquirir Bear Stern, enviando un mensaje al mercado de que, pese a todo, aún quedan instituciones solventes.

JP Morgan es, precisamente, un experto en tratar con este tipo de situaciones. Hace cien años, concretamente en 1907, Estados Unidos vivió una situación similar, con la única diferencia de que entonces todavía no existía la FED, que se creó en 1912. Ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, JP Morgan reunió a una serie de banqueros y al Tesoro estadounidense y articuló un plan de salvamento mediante fondos para prestar a las entidades en crisis que pudieran tener futuro, o comprándolas, y dejando que las inviables pasaran a la historia.

JP Morgan ha vuelto a actuar de la misma manera en situaciones similares a lo largo del tiempo y, de hecho, a finales del año pasado propuso la creación de un fondo similar dotado por bancos privados, pero nadie le secundó. Esta política, sin embargo, es mucho mejor que la que viene desplegando la FED, que se está demostrando inservible porque es incapaz de restaurar la confianza en el mercado crediticio. Probablemente, esta tarea es mucho más urgente que proporcionar crédito al mercado interbancario porque, precisamente por la falta de confianza, nadie presta a nadie.

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