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Thomas Sowell

Una lección desde Venezuela

Se impusieron controles de precios allá en los días del Imperio Romano, bajo los faraones de Egipto y en la antigua Babilonia. Hay un montón de precedentes que podrían estudiarse si nos molestáramos en hacerlo.

La izquierda usa con frecuencia a otros países como ejemplo de las cosas que deberíamos hacer nosotros. Si en otras naciones tienen un sistema médico dirigido por el Gobierno, entonces nosotros deberíamos tenerlo también, dicen. Si otros países controlan los precios, entonces también nosotros deberíamos controlarlos. Es más o menos así como discurre su razonamiento. Lo que no hacen prácticamente nunca es sugerir que deberíamos comprobar primero si los resultados reales de esas políticas que se supone debemos imitar son mejores o peores que los que ya tenemos. De hecho, hay muchas cosas que podemos aprender de otros países si comprobamos las consecuencias reales de algunas de las medidas políticas que se nos insta a imitar en lugar de lanzarnos a repetir sin más lo que están haciendo otros.

Los estudios han demostrado ya que las listas de espera para ser operado son muchísimo más largas en los países con sistemas sanitarios dirigidos por el Gobierno que en los Estados Unidos. Tecnologías médicas modernas como las resonancias o las exploraciones tomográficas son también menos frecuentes en esos países.

Venezuela nos está dando actualmente una lección sobre las consecuencias de los controles de los precios. El Gobierno del presidente izquierdista Hugo Chávez los ha impuesto y se ha mostrado aparentemente sorprendido de que unos precios más reducidos hayan provocado una oferta más reducida, pese a que es lo mismo que ha sucedido en países de todo el mundo y durante miles de años. Se impusieron controles de precios allá en los días del Imperio Romano, bajo los faraones de Egipto y en la antigua Babilonia. Hay un montón de precedentes que podrían estudiarse si nos molestáramos en hacerlo.

Los controles de los precios bajo el emperador romano Diocleciano condujeron a un declive en el abastecimiento de mercancías. Lo mismo ocurrió con los impuestos por el presidente Richard Nixon en los años 70. También ha ocurrido en Zimbabue el año pasado. Las leyes de control de alquileres provocaron una escasez de vivienda en El Cairo, y también en Berkeley, Hanoi, París y otras muchas ciudades en todo el mundo.

Cuando los controles de los precios en Venezuela provocaron escasez en los alimentos, Hugo Chávez acusó a las compañías de "acaparar" la comida. El emperador Diocleciano hizo acusaciones similares cuando sus controles de los precios redujeron los suministros hace un buen montón de siglos. Los líderes políticos siempre encuentran a alguien a quien culpar de las malas consecuencias de sus propias políticas. Chávez ha culpado a empresas de propiedad extranjera de la escasez de alimentos de Venezuela y ha amenazado con "nacionalizarlas". Éste también es un viejo juego político que rara vez hace algún bien a la gente del país.

Lo verdaderamente notable es el poco interés que demuestran los medios de comunicación y la opinión pública en saber cuán frecuente y sistemáticamente los controles de los precios han tenido estas consecuencias perniciosas.

Cuando los políticos dicen que van a "rebajar el coste de la atención médica" o hacer "asequible" la vivienda, ¿de qué están hablando sino de controles de los precios? ¿Queremos sufrir escasez en la asistencia médica? ¿Quiere usted tener que esperar meses para una cirugía sufriendo innecesariamente mientras tanto como hace los ciudadanos en Canadá o Gran Bretaña?

Detrás de estas "soluciones" políticas a nuestros problemas que tan bien suenan se encuentra la idea de que las empresas nos estafan imponiéndonos precios fijados arbitrariamente y que el Gobierno puede obligarlas a dejar de hacerlo. Este argumento permite elaborar buenos titulares y granjearles votos a los políticos que interpretan el papel de salvadores, pero tiene poco sentido económico. ¿Por qué tantas empresas tienen pérdidas, y hasta se arruinan, si resulta que pueden fijar sus precios al nivel que quieran?

No es infrecuente que las compañías de la lista del Fortune 500 operen en números rojos. Allá en los días de la Gran Depresión de los años 30, las empresas en su conjunto operaron en números rojos dos años seguidos. Intentaban no hundirse mientras Franklin D. Roosevelt las denunciaba como "oligarcas". Pero Roosevelt sabía cómo ganar elecciones por más que no tuviera ni idea de cómo sacar al país de la Gran Depresión.

Esa lección política ha sido aprendida demasiado bien, como demuestra la estridente y anti-empresarial retórica política de las elecciones de este año. Si tan sólo los medios y la opinión pública tuvieran algún interés en aprender un poco de economía, otro gallo nos cantaría.

En Libre Mercado

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