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Carlos Semprún Maura

Las llamas del infierno (olímpico)

Como Bush y Sarkozy, yo también dudo si asistir a la ceremonia oficial de apertura de los Juegos Olímpicos en Pekín. Se me dirá que nadie me ha invitado, pero eso es un detalle sin importancia.

Como Bush y Sarkozy, yo también dudo si asistir a la ceremonia oficial de apertura de los Juegos Olímpicos en Pekín. Se me dirá que nadie me ha invitado, pero eso es un detalle sin importancia. El caso es que después de los líos en Londres y París, durante el recorrido de la llama, y lo que te rondaré en San Francisco, las cosas están tomando un cariz delicado, que nada tiene que ver con el deporte.

No es la primera vez que los Juegos Olímpicos producen escándalo: en 1936 se celebraron en Berlín, capital de la Alemania nazi, y Adolfo Hitler se escandalizó porque ganaban demasiados atletas negros norteamericanos. En respuesta a esos Juegos se organizaron otros en Barcelona, "obreros y democráticos", pero el estallido de la Guerra civil los interrumpió.

En México se desencadenó una huelga universitaria violenta y las autoridades, para que los disturbios no molestaran a los Juegos Olímpicos, organizaron la matanza de la Plaza de las Tres Culturas, sofocando la huelga de estudiantes a tiros. Si no me equivoco, fue también en esa ocasión en la que dos atletas negros norteamericanos levantaron el puño con un guante negro, símbolo de la organización terrorista de las Panteras Negras. Y en Munich, los "soldados" de Arafat, asesinaron a una docena de atletas israelíes. Atentado que fue saludado por el "humanista" Jean-Paul Sartre como una "hazaña revolucionaria"...

La excesiva mediatización de todo, y la transformación de los Juegos Olímpicos en negocio rotundo, convierten estos Juegos en gigantesco escaparate, que muchos quieren utilizar para su propaganda.

Al poco de ser indultado por el presidente del Chad, Idriss Deby, y liberado de la cárcel por la Justicia francesa, Eric Breteau, el jefe del Arca de Zoé, se defiende atacando. Declara que todo era legal y humanitario y que tenía el apoyo de Bernard Kouchner y de Rama Yada, los cuales han protestado ante la mención. El problema es que no se trataba de huérfanos ni de niños del Darfur, ni tampoco las medidas de adopción en Francia eran legales, como se ha demostrado. ¿Mera publicidad para el libro que anuncia?

Como habíamos pronosticado, las FARC han rechazado el último intento francés de liberar a Ingrid Betancourt y han tratado a Sarkozy de ingenuo. Este ha respondido enviando a Bernard Kouchner a Bogotá. Cualquier catástrofe es previsible.

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