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EDITORIAL

Ni Cataluña es el Sáhara, ni Marruecos España

Lo que que Montilla ha dejado en evidencia en su pretencioso viaje a Marruecos es que las resoluciones de las Naciones Unidas o la causa del pueblo saharahui le importan tan poco como nuestra Ley de leyes

No sabemos lo que le habrá costado al contribuyente catalán el pomposo y pretencioso viaje de tres días del presidente de la Generalidad, José Montilla, a Marruecos. No obstante, el único fruto que parece haberse obtenido de semejante visita es el interés del régimen de Mohamed VI por que el "Estatuto" de Cataluña sea, según Montilla, "uno de los referentes desde el punto de vista legal" para el plan de autonomía con el que Rabat pretende maquillar su ilegal e ilegitima ocupación del Sáhara.

Montilla se ha mostrado orgulloso de semejante interés por parte de Rabat y ha mostrado su "disposición" a estudiar cualquier petición de asesoramiento que pudiera hacer el Gobierno marroquí sobre el proceso estatutario, aunque remarcó que por ahora no se le había pedido tal cosa.

A la espera de que semejante encargo, en caso de producirse, corra, al menos, a cargo del régimen de Mohamed VI, lo que ya cabe señalar es la patética ausencia de límites de los nacionalistas, en general, y del presidente socialista de la Generalidad, en particular, para hacer el ridículo. Equiparar a Cataluña, que siempre ha sido España, con el Sáhara, que nunca ha sido Marruecos, es una clara muestra de ello.

Si el Estatuto de Cataluña no ha sido otra cosa que un modo de disfrazar las inconstitucionales pretensiones soberanistas de los nacionalistas, el plan de autonomía que propone Rabat no es más que una farsa para dar carta de naturaleza a una liberticida ocupación marroquí del Sáhara que viola una legalidad internacional que exige, para ser restituida, un referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui.

Lo que Montilla ha dejado en evidencia es que las resoluciones de las Naciones Unidas o la causa del pueblo saharaui le importan tan poco como nuestra Ley de Leyes. La burla a la Constitución que supone el estatuto catalán ya la pagarán –ya la estamos pagando– los catalanes y el resto de los españoles. No parece mucho pedir que al menos la traición a la legítima causa del pueblo saharaui y a las resoluciones de Naciones Unidas la pague el régimen marroquí.

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