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Juan Carlos Girauta

¿Sueñan los compromisarios con ovejas eléctricas?

Cuando el hombre de casino provinciano, en vez de emprenderla contra El País y la SER, la emprende contra El Mundo y la COPE y es inmediatamente interrumpido por el aplauso entusiasta de los suyos, sólo cabe optar por la teoría del androide.

Uno tiene que sentirse mal por fuerza si le envían de viaje a aguantar discursos durante días y cuando llega el momento de hacer algo por sí, por ejemplo votar, su tarea se ciñe a emitir un papelito que le han dado escrito y sellado antes de salir de casa.

Para nutrir sin disgusto un grupo con el voto de la baronía preestablecido hay que ser un replicante, un androide, alguien tan programado que hasta sus recuerdos del Congreso de Valencia se ajustarán a un software por mucho que parezcan humanos y, a la vuelta, el compromisario cuente a sus amigos, con lágrimas en los ojos, aquello de "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais..."

El público de Rajoy en Elche no estaba formado por compromisarios, pues estos aún no habían sido designados. (De hecho, en ese municipio aún no lo están ya que las urnas duermen en un juzgado.) Pero aquel público también tenía que estar programado. ¿Quieren una prueba? Ahí va.

Si hubieran sido militantes y cargos de verdad, con naturaleza humana y sin cables por dentro, habrían sentido un rechazo natural y profundo cuando Mariano Rajoy atacó a la cadena COPE y al diario El Mundo. Cierto es que no los nombró, pero, dado el contexto, a don Mariano lo entendió hasta el atril, único objeto de la sala que, al carecer de manos, no pudo aplaudir a rabiar la inopinada afrenta a la cadena y al diario... que habían pedido el voto para Rajoy, que habían defendido al PP ante el cordón sanitario, los acosos a sus sedes, los insultos a sus dirigentes. Para regodearse así con la agresión a quien no ha hecho más que defenderte hay que carecer de alma. O sea, que eran replicantes.

Rajoy, por motivos sólo comprensibles tras la lectura del poema de Machado Del pasado efímero, comparte inquina anticope y antimundo con todo el progrerío, con el separatismo (que acaba de decorar de nuevo la sede de la emisora en Barcelona con estalades y amenazas) y con el poder mediático fácilmente reconocible que alentó el 13-M para evitar por las malas el triunfo en 2004... de Rajoy.

Cuando el hombre de casino provinciano, en vez de emprenderla contra El País y la SER, la emprende contra El Mundo y la COPE y es inmediatamente interrumpido por el aplauso entusiasta de los suyos, sólo cabe optar por la teoría del androide. Veremos en el Congreso de junio si los compromisarios sueñan también con ovejas eléctricas.

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