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Juan Carlos Girauta

Primarias

La verdadera política sólo puede pasar hoy, en la derecha, por el espíritu de regeneración. Por eso han atinado los impulsores del Manifiesto del 2 de Mayo.

La principal virtud de la propuesta de primarias promovida por un grupo de compromisarios madrileños del PP es que existe, que constituye la única iniciativa esperanzadora y fresca surgida en mucho tiempo de la primera organización política española en número de afiliados. Huelga decir que otro gallo cantaría en la derecha, un gallo más resuelto y optimista, de haber ganado las elecciones de marzo. No aludo al previsible optimismo de los cargos, ante cuyas carreras personales se abrirían grandes oportunidades, sino al estado anímico de la media España que los vota.

De haber ganado, la ingente tarea a emprender sería la regeneración nacional, el regreso al imperio de la ley, la aplicación de una política económica testada con éxito en el pasado, la diligencia de una política antiterrorista firmemente anclada en valores irrenunciables. De haber ganado, nada habría puesto al descubierto, de momento, las carencias crónicas de la derecha española, su incomprensión del trascendental factor de la comunicación, su errático manejo de la no menos crucial "cuestión territorial". Digo de momento. A la larga, carencias y desorientaciones semejantes acabarían aflorando. Pero es estéril jugar a las ucronías, mirar de adivinar el modo en que lo fatal sucedería.

Al haber perdido, la toma de conciencia será más cruda y más veloz. Los movimientos en la sombra de las camarillas, las renuencias de los pesos pesados a participar en ellos y los cálculos de cada cual son asuntos que, por mucho que despierten el interés de periodistas y alimenten rumores, pertenecen al ámbito de las expectativas personales frustradas, no propiamente a la política. O al menos no a la Política con mayúscula.

La verdadera política sólo puede pasar hoy, en la derecha, por el espíritu de regeneración. Por eso han atinado los impulsores del Manifiesto del 2 de Mayo. En su corta pieza, la oportunidad de la fecha –con su poderoso significado para quienes aún creemos en la nación española– se une a dos diagnósticos certeros. Uno atiende a lo general, y denuncia el distanciamiento entre la sociedad y los políticos. Otro se fija en el PP y pinta en dos palabras el cuadro de su problema: inmovilismo y autocomplacencia.

Neutralizado cualquier intento de enfrentarse con posibilidades a Rajoy, que acumula ya más de dos mil actas y parece decidido a obtener el apoyo de todos los compromisarios para su apoteosis búlgara, lo único que se mueve al margen de un aparato implacable empeñado en ignorar el malestar de sus votantes y militantes es la propuesta de primarias. De ahí su gran valor: concentra todas las esperanzas. Frustrarlas como todo lo demás es lo que piensa hacer el equipo de Rajoy. En tal caso, y dadas las circunstancias del autocomplaciente fracaso, nada en ese proyecto merecerá el aprecio de una parte indefinida de los que lo avalaron el 9-M. Una parte indefinida e imprescindible.

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