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Joan Valls

Aznar ex machina

Tras cuatro años aprendiendo inglés, ha llegado el momento de que José María Aznar asuma sus responsabilidades y convoque una conferencia de prensa en la que hable claro y en español. Ante los medios, el abuelo de la niña debe pedir perdón por el dedazo.

A veces, en la vida, hay situaciones para las que ni Janli tiene una solución. En esos casos, cuando todas las vías están cerradas y los tambores de guerra resuenan hasta en Coslada City, sólo un deus ex machina logra abrir el camino.

Tras cuatro años aprendiendo inglés, ha llegado el momento de que José María Aznar asuma sus responsabilidades y convoque una conferencia de prensa en la que hable claro y en español. Ante los medios, el abuelo de la niña debe pedir perdón por el dedazo. Y no sólo por haber dejado la corona en manos de un cero a la izquierda como Rajoy, sino, sobre todo, por su desprecio hacia quienes le dieron la mayoría absoluta. Aznar debe pedir perdón y mostrar así, desde la autoridad moral que todavía se le reconoce, el camino de la regeneración interna. La petición de perdón de Aznar, nuestro deus ex machina, será la catarsis, que no es otra cosa, en esta pesadilla popular, que el reencuentro con la coherencia.

Cuando Aznar se disculpe por no haber dejado en manos de los afiliados del PP la decisión sobre el liderazgo, el rey okupa desnudo será, inmediata e inmisericordemente, señalado por sus más fieles escuderos, los nuevos apandadores, que lo mismo humillan a San Gil que fingen no saber quién es Ortega Lara. Desnudo el rey pasmado ante sí mismo, su renuncia en cuestión de horas será un pistoletazo de salida para candidaturas democráticas. Ahí se habrán dado los dos pasos atrás que indicaba Lenin (frente al pensamiento Alicia, estrategia leninista; quién nos lo iba a decir) y ya estaremos de nuevo en disposición de dar uno adelante, que será el lanzamiento de un mensaje coherente a la sociedad española: un PP de todos los populares, una España de todos los españoles.

Lo contrario es asistir a un reguero de abandonos cabizbajos y a que, en las elecciones europeas de junio de 2009, el bobo solemne pierda varios millones de votos y sea echado a patadas, por utilizar su lenguaje, de los puestos de mando. Una apuesta arriesgada, porque sumiría en la desmoralización a millones de españoles que votaron al PP, fomentaría escisiones y, lo que es peor, dejaría el partido en menos de lo que canta un gallardón en las garras de Janli, que está huérfano de huésped y quiere dar un segundo fraguetazo.

Perdónese, señor Aznar, no vayamos a tener que decir aquello de que nunca nos perdonará lo que nos hizo.

En España

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