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Carlos Semprún Maura

Aquelarres mediterráneos

Nicolas Sarkozy, que fue a Beirut con una importante y variopinta delegación gala para demostrar la solidaridad de Francia con el Líbano, invita ahora, a bombo y platillo, al verdugo del pueblo libanés.

Mientras en París tiritamos de frío y usamos más paraguas que en Londres, en Japón los "grandes" del G8 discuten sesudamente sobre el calentamiento del planeta, el "efecto invernadero" y otras sandeces, cuando no fábulas tremendistas. Y, como siempre, han decidido... no decidir nada salvo pasar la patata caliente al bendito año 2050, cuando todos estaremos calvos.

Nicolas Sarkozy, muy parlanchín en la cumbre, estará de vuelta en París a tiempo de presidir otro aquelarre, en este caso mediterráneo. Se trata de la cumbre de la de la Unión del Mediterráneo, que comienza el domingo 13 de julio, se supone que para respetar el mahometano sabat. Aparentemente, Sarkozy ha logrado su cometido, ya que todos los jefes de estado árabes mediterráneos aparte del libio Gadafi estarán presentes en la cumbre. Incluso el argelino Buteflika, hasta ahora muy reticente, como también Israel. El 14 de julio asistirán junto a Ingrid Betancourt al ritual desfile de soldaditos de plomo.

El invitado de honor, el más conflictivo, el más esperado, es sin lugar a dudas el sirio Bachar el-Assad. Más sarkosista que nunca, Le Figaro ha enviado –o se ha enviado él mismo– a su nuevo director, Etienne Mougeotte, a Damasco para entrevistar al dictador sirio. Esta entrevista, publicada el martes, es un capolavoro de mentira diplomática. Evidentemente, Siria siempre ha obrado por la paz y la negociación, sobre todo en el Líbano, y si no se han logrado la culpa la tienen los otros, los malos imperialistas, el presidente Bush e Israel.

En el caso de Israel, no sólo miente, como en todo lo que afirma, sino que además se contradice. Comienza celebrando aparentemente que existan negociaciones indirectas con ese país a través de Turquía, y espera que pronto pueda haber negociaciones directas, aunque termina acusando a Israel de todos los males, de todas las agresiones, y defendiendo al "pacífico" Irán, y a Hezbolá (por cierto, creado por Siria y hoy bajo dominio iraní).

La realidad es que Bachar el-Assad es un dictador asesino, hijo de un asesino dictador. El padre se aprovechó de la guerra civil libanesa para hacerse con el Líbano y, de paso, asesinar al embajador francés y matar con camiones-bomba suicidas a docenas de cascos azules franceses y aún más norteamericanos. Su hijo, invitado de honor a la cumbre mediterránea, es el más que probable culpable del asesinato de Rafir Hariri, entonces primer ministro libanés, y de varios políticos y periodistas libaneses. Aliado de Irán, apoya, arma y subvenciona a Hezbolá y a otras fuerzas políticas libanesas abiertamente prosirias. Me falta espacio para enumerar todos sus crímenes. Nicolas Sarkozy, que fue a Beirut con una importante y variopinta delegación gala para demostrar la solidaridad de Francia con el Líbano, invita ahora, a bombo y platillo, al verdugo del pueblo libanés. ¡Menudo jolgorio!De qui se moque-t-on?, se dice en francés.

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