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Jorge Valín

Bush y Zapatero, al saqueo masivo del ciudadano

La máxima "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" se ha convertido en "todo para las minorías y con el dinero del pueblo". ¿Que se queja usted? ¡Pero como se atreve, que lo hacen por su bien! ¿Es que no ve la televisión?

Lo leemos y vemos en todos los medios de comunicación. Los gobiernos de Estados Unidos y España ahora argumentan que se están hundiendo sectores estratégicos de la economía. El de las hipotecas en Estados Unidos y el de la construcción en España. Un derrumbe de este tipo, prosiguen, podría sumirnos en la miseria, de modo que hemos de actuar por el bien de todos. Esta rapidez de maniobra (han despertado dos años tarde) es típica de cualquier Gobierno. Todo y así, como ahora ven que el libre mercado no quiere apoyar estos sectores estratégicos, los dictadores de la producción norteamericanos y españoles han decidido que lo haga el pagador de impuestos.

¿De qué nos sirve un sector estratégico cuando sólo está generando pérdidas netas y su existencia significa que nos van a sacar más dinero de nuestro sueldo, rentas y trabajos con el único fin de mantener a personajes que han sido unos auténticos ineptos en la gestión de sus empresas? ¿Cree que estas medidas le ayudarán a usted o a su vecino para afrontar la hipoteca y escalada de precios?

Los rescates y ayudas de los burócratas norteamericanos y españoles a las empresas incompetentes incluyen cosas tan insólitas como apoyar activamente a que el precio de los inmuebles se mantenga o no baje en la medida en que debería. Obligan a pagar hipotecas y casas a gente que no disfruta de ellas vía impuestos y deuda pública y nos impiden ahorrar. Nuestro sueldo ya está gastado antes que lo percibamos a final de mes. Cuando lea su próxima nómina, puede sustituir el apartado "impuestos", por "transferencia obligatoria a un constructor y/o inquilino de VPO que jamás conocerás". Lo que le quede de salario, puede usarlo si le llega al pago de su propia hipoteca.

Dicho de otra forma, Bush y Zapatero han transferido el riesgo que tienen estas empresas al ciudadano. Les dan nuestro dinero para que sigan invirtiendo en cosas que ya no valoramos a los precios actuales. Y dado que nosotros, que vemos disminuir nuestro poder adquisitivo año tras año, no compramos los productos y servicios de estas empresas, ¿no será que el Gobierno está tirando nuestro dinero?

Es curioso ver a conservadores e izquierdistas a la hora de afrontar una crisis, porque los dos actúan igual. Apoyan a las grandes empresas, grupos de presión y votantes cautivos en nombre del bien común. Es el clímax del capitalismo de estado. Si aplicamos este tipo de razonamiento económico a casos históricos, nos saldrían situaciones inverosímiles. Si los romanos hubiesen aplicado este socialismo para ricos, la fabricación de cuadrigas y construcción de acueductos, aún en pleno siglo XXI, serían sectores estratégicos que hay que proteger para cuidar del bien común. Si los dictadores de la producción hacen de empresarios capitalistas orquestando la economía a su gusto con nuestro dinero, ¿cómo esperamos avanzar? ¿Vamos a estar subvencionando la construcción durante mil años? Es un camino sin salida.

Ningún Gobierno tiene ni capacidad ni interés para guiar correctamente la economía. Hemos vuelto al despotismo ilustrado, pero la máxima "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" se ha convertido en "todo para las minorías y con el dinero del pueblo". ¿Que se queja usted? ¡Pero como se atreve, que lo hacen por su bien! ¿Es que no ve la televisión?

Quién sabe, quizá lo más sensato fuera que la gente premiara con sus libres decisiones a las empresas eficientes, útiles y que nos satisfacen con nuevos productos y servicios. Eso significaría que todos decidiríamos en qué queremos gastarnos nuestro dinero, un pecado imperdonable para los gobiernos de Bush y Zapatero. Porque si nosotros decidiésemos, ellos no podrían hacerlo por nosotros, y por lo tanto no tendrían poder sobre nuestras vidas. Esa es una idea aterradora para cualquier político. Lo peor de una crisis no son los efectos económicos, que al final acaban superándose. Lo más dañino de las crisis son los efectos que provoca el Gobierno cuando quiere solucionarla.

En Libre Mercado

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