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Me he pasado a Linux. Llevaba bastante tiempo con la mosca tras la oreja. Pero tenía mucho trabajo, no podía dejar los programas quietos, y además requería mucho tiempo, así que lo iba dejando. Hasta que el jefe me ha traido un ordenador nuevo. Así que me dije, Arturo, deja ya de aguantar pantallazos azules y pásate al pingüino. El que mi flamante máquina de machacar números se me colgase tras tres horas de uso en Windows 98 también ayudó.

Casualmente, ocurrió la semana después del Hackmeeting de Madrid. Allí me regalaron una distribución denominada “Linex”, compilada y presentada por la Junta de Extremadura. Al parecer, la comunidad que regenta el señor Rodriguez Ibarra está hasta las narices de pagar licencias por programas. Y ni cortos ni perezosos, Extremadura se ha lanzado de cabeza al software libre.

La verdad es que lo tienen bien claro: “pagando por el servicio y no por la licencia de uso, se logra un uso óptimo de los fondos públicos.” A ver, un aplauso, que al menos alguien piensa en el bienestar de los contribuyentes. Extremadura está empeñada en llevar las ventajas del software libre a la educación, la empresa, la administración y todos los sectores de la sociedad. A ver si se enteran en Madrid, donde el Parlamento echó atrás una resolución a favor del software libre por tecnicismos de abogado. Puede que el señor Adsuara lo vea desde su observatorio y tome nota. Que le hagan caso luego es otra historia, pero por lo menos que tome nota.

Lo que más me ha llamado la atención es el eslogan de la campaña: “sé legal, copia Linex ... y pásaselo a tus amigos.” Animan a cualquier usuario no solamente a que se pase al frente Trux, sino también a que pase la voz y el CD. Es una lástima que los programas, desarrollados con esfuerzo e ilusión bajo la filosofía del gratis total, vaya en un soporte de grabación que paga el diezmo de la SGAE. Pero de eso ya hablaremos otro día.

La verdad es que esto del software libre, bien llevado, va de miedo. Yo acabo de bajarme un compilador de Fortran-77 que buena falta me hacía para mi trabajo. Bajo Windows, mis opciones eran gastarme una pasta ... o ponerme el parche en el ojo y conseguirlo de forma ilegal (no diré cuál fue mi elección); ahora basta con subirse a gnu.org, bajar lo que se necesita y dar las gracias. Y lo grande del asunto es que la gente hace negocio con ello, porque de algo hay que comer.

Pero nada, mucha gente no comprende el concepto. Algunos compañeros de la Universidad, cuando me oyen hablar de un sistema operativo por el que no hay que pagar, ponen caras de pasmo; se pasan un buen rato buscando la trampa. Y eso de que los programas en Linux se pueden copiar, usar y distribuir me los deja a cuadros. Están tan acostumbrados a las tácticas “sé legal” de la Sociedad del Diezmo, que todo lo que no sea eso les suena marciano. Allá ellos.

El eslogan de la Junta de Extremadura me recordó un mensaje similar lanzado por un viejo conocido del hacktivismo norteamericano, Abbie Hoffman. En plena época de Vietnam, cuando el gobierno y el sistema eran males a combatir, Hoffman escribió un libro donde explicaba cómo una persona podía vivir del sistema mediante mil y un trucos, como el trucaje de cabinas telefónicas con discos de metal o el “vaciado creativo” de las máquinas expendedoras. El título del libro, “Roba este libro”, hablaba por sí sólo, y según Bruce Sterling podría ser considerado un antepasado espiritual de un virus informático.

Ahora una comunidad española sigue el mensaje. Anima a que se lleven su Linex, pero al contrario que Hoffman espera que la gente no pague un duro por ello. Si siguen esta senda, pronto podrán copiar el estilo de los anuncios de los vaqueros Casper Jeans. Me muero de ganas de ver los anuncios por la tele: “los extremeños soportamos menos impuestos porque tenemos software libre y no pagamos licencias, ¡no te jode!”

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