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EDITORIAL

Simancas insiste

La fuga de Tamayo y Sáez y el pavoroso tedio de la posterior Comisión de Investigación tuvieron no obstante la gran virtud de poner al descubierto las miserias de la FSM para que todos los madrileños pudieran comprobar qué clase de personajes iban a administrar la comunidad más próspera de España, con un Presupuesto que iguala el de un país de la Unión Europea como Dinamarca. No aparecieron ni parece que vayan a aparecer las fulminantes pruebas de la “trama inmobiliaria” del PP que Simancas y Zapatero prometieron hacer públicas el pasado junio. Sin embargo, en estos cuatro meses sí que han ido apareciendo numerosos indicios y algunas pruebas de que la verdadera trama inmobiliaria y el “ruido de cheques” se encontraba en la FSM y en Izquierda Unida, algo que el fértil imaginario popular ha bautizado como marxismo-ladrillismo.

Las 50.000 viviendas “preadjudicadas” por Simancas a Agecovi –el clan Mamblona-Porta, que ejercía el matonismo político contra los alcaldes del PSOE que no se plegaban a sus intereses–; el patrimonio amasado por el ex alcalde de Getafe Pedro Castro y su concejal de urbanismo, Jesús Neira; las irregularidades y el nepotismo en Fuenlabrada del sustituto de Tamayo en la lista de Simancas, el ex alcalde José Quintana, denunciadas por el PP y archivadas después de ser admitidas a trámite por un magistrado “progresista” del Supremo; la fortuna personal del “inquisidor” Luis Suárez (1.000 millones de pesetas, con dos casas de protección oficial), la tarjeta visa de Fausto Fernández –1.000.000 pesetas con cargo al grupo parlamentario) son algunos ejemplos de la acrisolada honradez y “pedigrí proletario” de quienes no cesan de repetir la cantinela de la “trama del PP”. Quizá porque, una vez cogidos en renuncio –como le ocurrió a Simancas, quien mintió descaradamente a la opinión pública sobre el volumen de su patrimonio– y sin nada que ofrecer a los madrileños, creen que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en verdad.

Las últimas encuestas –incluidas las de la Cadena SER– vaticinan al PSOE en Madrid la pérdida de tres escaños, mientras que IU mantendría su representación. Pero en lugar de moderar su discurso, pedir perdón a los ciudadanos y presentar un programa serio de gobierno, Simancas toma por imbéciles a los madrileños insistiendo una y otra vez en la famosa “trama”, aderezando sus soflamas con constantes insultos y descalificaciones. Hasta tal punto de que Cristina Alberdi, expedientada por decir la verdad sobre la FSM, ha calificado a Simancas de “máquina de insultar”: los votantes del PP son, según Simancas, “skin heads y seguidores de Tejero”, Esperanza Aguirre es una aristócrata del antiguo régimen, el PP va a dar un “pucherazo”, etc. Puede que Simancas, consciente de que ha fracasado en todo lo que ha emprendido y de que sus propios compañeros –Belloch llegó a afirmarlo públicamente– no dan un céntimo por su victoria el próximo día 26, quiera “desahogarse” –expresión que utilizó Fausto Fernández para animar al “voto de castigo” contra el PP– en la que, muy probablemente, será su última campaña como líder político. “Nada está por encima de los votos y de la voluntad de los ciudadanos”, afirmó Simancas, quien probablemente ha escrito su epitafio político con el eslogan de su campaña: “Para que gane la democracia”.


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