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Federico Jiménez Losantos

Alianza para el Ridículo y otros desatinos

Sólo faltaba que gobernantes caracterizados por su indigencia intelectual y moral respaldasen la ocurrencia monclovita, y así ha ocurrido en otra cumbre iberoamericana subterránea

Es difícil encontrar entre las ya de por sí vacuas y cursis declaraciones de propaganda en política internacional una fórmula más boba que esa “Alianza de Civilizaciones” con que se adorna Zapatero, majadería leve si no proviniera de uno de los países que más ha sufrido el terrorismo de una civilización, la islámica, históricamente enemiga de España y, como puede comprobarse por el número de democracias en los países musulmanes (que es cero) clamorosamente incompatible con la libertad. Sólo faltaba que gobernantes caracterizados por su indigencia intelectual y moral respaldasen la ocurrencia monclovita, y así ha ocurrido en otra cumbre iberoamericana subterránea, de cuyo número ya hemos perdido la cuenta. Que el incompetente Lula y el delincuente Kirchner, ambos amigos del asesino Castro, respalden la infeliz ocurrencia de algún cerebro sociata añade otra prueba más de su inanidad intelectual y la convierte en una auténtica Alianza para el Ridículo. Hubo una época en que los españoles tenían precisamente ese sentido del ridículo que suele evitarlo. Tenían.
 
Nadie se acordará de la Cumbre de San José en un par de días salvo las víctimas del terremoto, porque a la agresión a la inteligencia se han sumado las placas tectónicas, acaso provocadas por tanta ridiculez. En cambio, a la vuelta a nuestro país, ese que a Zapatero le da lo mismo llamar nación o no, nos tendrá que explicar el grotesco episodio de la ocultación de la carta de Bush, que no por fría y despectiva dejaba de ser una respuesta a la llamada de Zapatero tras su triunfo electoral. ¿Por qué lo ha ocultado la Moncloa? Convenientemente aclamado por el Imperio y el Comando Rubalcaba, el gesto podría haber pasado por la buscada “normalización” de las relaciones con los USA. Pero no. Por lo visto, no consideraron suficiente la limosna postal, que era casi generosa, y se empeñaron en conseguir que Bush le devolviera la llamadita dichosa a ZP. El leonés no tiene ni la más remota idea de política internacional, pero aunque conveniente no es totalmente necesaria. Basta con tener sentido común y elegir a un buen equipo asesor. ZP carece de lo primero puesto que ha sido capaz de elegir a Moratinos para lo segundo. Resultados cantan. Estamos enemistados con Bush pero amigados con Kirchner: lo que se dice una política gran potencia... con permiso de Marruecos.

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