Resultaba triste verlo convertido en un vulgar propagandista político volcado en chuscas labores de agitación al servicio de los patronos del 'procés'.
La paz que existe cuando nadie muestra su disconformidad política no es digna de llamarse paz. En su grado máximo de restricción de derechos y silenciamiento, es la paz de las dictaduras.
Zapatero inició la demolición del sistema democrático y Sánchez quiere terminar el trabajo con la extraordinaria colaboración de los separatistas catalanes y vascos y de Podemos.
Deja un legado del que se entenderá la relevancia cuando el populismo y las políticas de identidad, tan íntimamente unidos, empiecen a ceder. Si es que lo hacen.
Para los marxistas freudianos hay una pendiente resbaladiza que lleva a los trabajadores de comprar en el Primark a votar a Adolf Hitler, digo Donald Trump.