Las elecciones no las gana la oposición: las pierde el Gobierno. Y no las ha perdido. El doctor Sánchez ha logrado su objetivo. Era, a fin de cuentas, el objetivo de su moción de censura.
Vox es otro prodigio del boca a boca y de las redes sociales. Es posible pasar de la nada política a tener un importante grupo parlamentario en el Congreso.
Sánchez continuará su política destructiva, lo que implica que es la hora de resistir y resistirse. Y ni la ligereza de Ciudadanos ni un PP en trance de acabar como UCD van a ser oposición.
Los Gobiernos autonómicos –y los de las principales ciudades– pueden brindar al arco político de derechas una plataforma de poder de importancia extraordinaria para mitigar los estragos que causen Sánchez y sus socios indeseables.
Un Ejecutivo de Cs con el PSOE sería lo mejor para España, sin duda. Pero no lo mejor para un Rivera empeñado en su particular guerra fratricida con el PP.
Tottenham y Ajax, que se ven las caras en las semifinales de Champions, comparten la esencia del auténtico fútbol y una tradición judía que es una seña de identidad para ambos.
Voto a Cs porque su programa es el que mejor se ciñe a los principios liberales, y a Albert Rivera porque es su cabeza de lista y uno de sus dirigentes más fiables.
La izquierda mediática española está acomplejada de ser española. Pero la izquierda popular española no se avergüenza de ser izquierda ni de ser española.