L D (EFE) Tras hacerse público el fallo del jurado, Zoé Valdés comentó que la obra ganadora es "una novela sobre el silencio, el valor enriquecedor de las palabras y el valor que se les da a las palabras, y sobre la eternidad breve de la vida".
La escritora cubana ha querido dedicar el premio "a mi abuelo chino y a mi padre, que falleció este año, tan diferentes, porque mi abuelo no hablaba demasiado y en cambio mi padre no paraba de hablar". Exiliada en París, Zoé Valdés (La Habana, 1959) fue finalista del premio Planeta en 1997 con "Te doy la vida entera" y ganadora del Fernando Lara en 2003 con "Lobas de mar". La autora indicó que "la novela trata de una emigración de la que se ha hablado muy poco, salvo en algunos trabajos de investigación: el recorrido de la Ruta de la Seda a la inversa, después de las dos guerras del Opio, en 1824".
La conexión de la historia en mayúsculas con la autobiografía de la ganadora se sitúa en su abuelo materno, Mo Ying, que cuando llegó a México desde Cantón, tuvo que cambiar su nombre por el de Maximiliano Mejía, antes de recalar en La Habana. Valdés recordó que "cuando mi abuela, de origen irlandés, lo abandonó con cinco hijos en Santa Clara para dedicarse al teatro, mi abuelo, que tenía cuarenta y pico años, dejó de hablar y nunca más lo hizo y empezó a escribir multitud de notas". La escritora cubana confesó que "escribir esta novela es una traición a mi abuelo, porque no es su vida, sino la novela que le he dedicado, la novela en la que yo imagino toda su peripecia vital".
El jurado del premio seleccionó como finalista la obra presentada por Javier Sierra, oculto tras el sobrenombre de Agustina Leire, que se embolsó 125.000 euros por la novela "La cena secreta", una intriga ambientada en el Renacimiento y con el cuadro "La última cena" de Leonardo da Vinci como eje de la trama, en la misma estela abierta por Dan Brown y su "Código da Vinci". Sierra, que expresó su deseo de que "la novela haga soñar a los lectores y ver las cosas que cuenta y describe de manera diferente", aseguró que "no tiene nada que ver con el Código da Vinci, porque es una novela histórica, totalmente ambientada en 1497". Leonardo, apuntó Sierra, "bebió de fuentes muy antiguas para esa obra, especialmente egipcias y griegas".