Estefanía de Mónaco, una abuela de 59 años, muy desmejorada
Estefanía de Mónaco fue la más rebelde de los hijos de Raniero y Grace. Esta familia monegasca era durante décadas la más fotografiada en la prensa europea. Sus vidas, seguidas vorazmente por los lectores de las revistas más prestigiosas y populares. La de Estefanía reunía tal número de episodios amorosos que sus progenitores, alarmados, trataron de impedir. Y no lo consiguieron, con evidente pesar. Al punto de que sobre todo Raniero llegó a dejar de hablarle, cortando la relación durante un tiempo. Hoy en día, Estefanía de Mónaco es una abuela joven, de cincuenta y nueve años, madre de tres hijos, y prematuramente algo envejecida, desmejorada según se la ha visto en fechas recientes,, con el pelo muy corto y un semblante de melancólica mirada. Hace tiempo que ya no flirtea con nadie, al contrario que antaño, cuando cada temporada cambiaba de novio. Ni siquiera en el Hollywood dorado donde reinaba su madre se conoció a una joven como Estefanía acumulando unas tras otras historias de amor que no terminaban nunca. No exageramos.
Estefanía fue de los tres hermanos principescos monegascos quien menos interés tuvo por los estudios. Resulta incomprensible que alguien como ella se negara a ir a colegio alguno o recibir educación en palacio. Sólo acabó la escuela secundaria. Su vida estuvo después dedicada al diseño de moda, fue modelo de la agencia First a los veinte años y a los cuarenta y ocho trabajaría para la casa Dior.
Como quiera que la relación de acompañantes íntimos de la princesa ocupa mucho espacio, decidimos eliminar los nombres que nos parecen desconocidos para el lector, citando sólo los que sí eran del conocimiento general, o los que tenían una profesión no precisamente acorde con el rango de Estefania.
Paul Belmondo fue el primero de esos acompañantes con apellido familiar, hijo del "feo" del cine francés. Lo conocí y almorzamos juntos en el restaurante "Lucio", pareciéndome un chico educado, tímido, tal vez inmaduro, cuando ya la princesa monegasca iniciaba su vida sexual. Paul tenía un rival, y tras dos años de amistad con Estefanía, fue relevado en esos amores por Anthony Delon, hijo de otra celebridad cinematográfica, Alain. Asimismo tuve una breve charla con él; desagradable, porque era antipático. No hizo buenas migas con la princesa. Quien salió con otros chicos, algunos bastante mayores, un aristócrata, un hijo de Ted Kennedy, un piloto, un playboy, un fotógrafo, un productor discográfico, un empresario amigo de su hermano Alberto, con quien estuvo a punto de casarse… Y los conocidos actores Christopher Lambert, una suerte de moderno Tarzán, y Rob Lowe.
En dos ocasiones vi de cerca a Estefanía de Mónaco, sin poder cruzar con ella una sola frase. Se escondía haciéndose la tímida. Una de ellas fue en los estudios de Televisión Española, en Prado de Rey, donde Pedro Ruiz la llevó a su programa para que fingiera cantar, por medio del "play-back" su primer éxito musical, "Besoin". Era el año 1986, ella trataba de ser una estrella pop, y Pedro, sabedor que su invitada era apasionada de los caballos, le regaló un magnífico ejemplar. La otra ocasión en la que estuve a dos metros de ella fue en Tenerife, adonde acudió para grabar un "video-clip". Permanecí varias horas en aquel chalé donde tuvo lugar esa emisión, y resultó imposible entrevistarla. Pero por sus gestos, movimientos, actitudes, estaba claro que era una joven caprichosa. Alta, desgarbada, había viajado a Canarias con su entonces último amante, un chulazo rubio llamado Mario Oliver, quien parece ser la trataba "a lo macho", sin dejarse dominar por los arrebatos de la princesa.
Su primera boda fue con su guardaespaldas, un jeta de nombre Daniel Ducruet, que en plan cazafortunas matrimonió con ella en 1991. Ni que decir que nadie de la familia de la princesa acudió a la ceremonia. Raniero le había retirado a su benjamina la mensualidad de 24.000 euros, al cambio actual de los francos de entonces, apartándola de los actos oficiales del Principado, y prohibiendo que el novio pisara el palacio. Una mujer como Estefanía no iba a amilanarse por nada y vendió la exclusiva de su embarazo. Con Ducruet fue madre de Louis, en noviembre de 1992 y de Pauline, en mayo de 1994. Dos años después, Daniel Ducruet fue fotografiado haciendo el amor en una piscina privada con la cabaretera Fili Houteman. Fue una exclusiva periodística, que no obstante se divulgó en muchas publicaciones. Un escandalazo, tras lo cual, Estefanía no tuvo más remedio que romper su matrimonio. Años más tarde, aquel caradura publicó el libro "Carta a Estefanía", pidiéndole perdón. En 2023 la pareja se reencontraba, haciendo las paces.
Cuanto siguió posteriormente al divorcio, no significaría cambio alguno en el comportamiento amoroso de la princesa, que aumentó su larga cifra de idilios: con su monitor de esquí, un modelo, el multimillonario Dodi Al-Fayed, antes de liarse con Diana de Gales, evidentemente; otro guardaespaldas amigo de Ducruet, Jean-Raymond Gottlieb, con quien tuvo a su tercera y última hija en julio de 1998, Camila María Kelly (ahora luciendo buen tipo para ejercer de modelo), un futbolista guardameta del Mónaco, un cantante, y un camarero con quien se fue a vivir acompañándolo en su trabajo tras la barra de un bar.
En vísperas de la llegada del nuevo siglo Estefanía no se privaba de coleccionar más amantes: otro monitor de esquí, y un domador de elefantes, dueño del circo suizo, Franco Knien, con quien celebró sus segundos esponsales, conviviendo en un "tráiler". Resultó que a poco de la boda puso los cuernos a su circense marido con otro empleado del espectáculo bajo la carpa, un acróbata portugués de nombre Adan Lopes Pérez, diez años más joven que ella, casándose en septiembre de 2003. El divorcio de esta pareja no tardó en producirse, y la princesa, ni corta ni perezosa se lio con el "croupier" de un casino.
El 6 de abril de 2005 moría Raniero dejando a sus tres hijos una herencia estimada en mil quinientos millones de euros. Veintitrés años atrás había fallecido en trágico accidente su madre, la princesa Grace, que fuera una estrella maravillosa del cine en Hollywood conocida en todo el mundo como como Grace Kelly. La muerte se produjo cuando madre e hija iban en coche, de regreso a palacio. Se rumoreó entonces que el automóvil lo conducía Estefanía, quien no disponía aún de carné, y que posiblemente iban discutiendo cuando ocurrió ese drama. Estefanía tardaría bastantes años en desmentir aquella posibilidad: "Mi madre confundió el pedal del freno con el acelerador". Fuera o no verdad lo que confesó, lo cierto es que Estefanía sufrió mucho, como era lógico, aquella pérdida. Madre e hija sostenían a menudo muchas broncas. Aquella no aprobaba el modo de vida de su hija menor.
Que Estefanía no iba a cambiar de conducta era previsible. Y otros romances que se le atribuyeron fueron con el cantante Merwan Rin, un atleta, un acróbata marroquí veinte años más joven… En el momento que escribimos este recuento de sus amantes, no podemos afirmar cuál fue el último y cuándo sucedió.
Como tenía familia en los Estados Unidos, tíos y primos, por parte de madre, estuvo allí una temporada y hasta hizo una película documental, "Estefanía de la A hasta la Z", interviniendo en varios episodios de la serie "Dallas", tan popular. Y aquí en Europa, pasó por los estudios de la BBC inglesa merced a un programa de magia. No le era extraña esa faceta, pues por su relación sentimental con varios artistas circenses, se había familiarizado con algunas habilidades de ese mundo. Y también en 1991 siguió cantando, obteniendo un éxito con el tema "Winds of chance".
Al condensar la biografía de Estefanía de Mónaco, entre fechas más o menos alteradas para comprender mejor su vida, llegamos a tiempos recientes, cuando ya más calmada, sólo se ha sabido la dedicación que tiene hacia sus hijos: "Soy una madre leona". Ha reconocido en este tiempo de serenidad lo siguiente: "He vivido varias vidas y no me arrepiento de nada".
Ha sido su hijo, Louis Ducruet, de treinta y un años, y su esposa María, quienes la convirtieron en abuela de Victoria, que tiene ahora un año. La pareja espera pronto el nacimiento de una niña. En ese ambiente familiar palaciego transcurre la existencia más tranquila que nunca disfrutó Estefanía. Su hermano Alberto, rige los destinos del Principado, junto a su inestable esposa, en tanto Carolina, otrora también protagonista de varios lances sentimentales, vive ahora una extraña situación: legalmente sigue casada con Ernesto de Hannover, ennoviado en Madrid con la hija de Pitita Ridruejo, del que físicamente se separó hace ya unos cuantos años, y sin de momento manifestar prisa por divorciarse, decisión que parece tiene algo que ver con asuntos relacionados con una herencia o legado familiar.