El rey emérito Juan Carlos I ha aterrizado la tarde de este lunes en el aeropuerto de Peinador, en Vigo, para iniciar su segunda estancia en Galicia en lo que va de año. El viaje se produce pocos días antes de su acto de conciliación con el expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, que tendrá lugar el próximo viernes 16 de mayo en la sede judicial de Las Salesas, en Santander.
El monarca se ha desplazado hasta la localidad pontevedresa de Sanxenxo, donde tiene previsto participar en las regatas a bordo del velero Bribón, dentro de la tercera serie de la Liga Española de 6 metros de eslora, que tiene previsto celebrarse entre el 16 y el 18 de mayo.
La afición de Juan Carlos I por la vela ha marcado sus últimas visitas a la comunidad gallega, donde se le ha visto navegar alejado del foco mediático. En su anterior visita, hace apenas dos semanas, también disfrutó del mar y, además, recibió la visita de su hija, la infanta Elena.
El acto de conciliación con Revilla
Este viaje del rey emérito coincide con un momento delicado en el plano judicial. Este viernes 16 de mayo tiene lugar el el acto de conciliación con Revilla, tras la demanda interpuesta por Juan Carlos I por derecho al honor. Juan Carlos I considera que el expresidente cántabro realizó distintas declaraciones calumniosas e injuriosas sobre su persona en diversos medios de comunicación entre mayo de 2022 y enero de 2025.
El acto, que se celebrará a las 10:00 horas en la sala de vistas número 10 del juzgado de Las Salesas, puede resolverse sin la presencia física de ambas partes, con tan solo sus respectivos representantes legales. No obstante, el abogado de Revilla ha confirmado que su defendido sí asistirá.
Además de la rectificación pública por los mismos medios en los que se realizaron las declaraciones, Juan Carlos I ha reclamado una indemnización de 50.000 euros por daños morales que, en caso de ser concedida, será donada íntegramente a la ONG Cáritas.
A pesar de estar apartado de la vida pública, el rey emérito continúa generando atención mediática con cada uno de sus movimientos. Sanxenxo vuelve así a convertirse en su refugio, donde combina su pasión por la vela con la tranquilidad de un entorno que ya le resulta familiar.