
A primera hora del viernes, Estocolmo despertó con un escenario que muchos lo considerarían una película de ficción, sin embargo, forma parte de los cientos de protocolos que configuran la seguridad nacional. En escena, Rusia lanzaba un ataque sorpresa y el Gobierno sueco activaba de inmediato sus protocolos más importantes. En cuestión de minutos, el Rey Carlos Gustavo y la Princesa heredera Victoria fueron trasladados discretamente a instalaciones subterráneas y centros de mando destinados a blindar su seguridad en caso de conflicto.
Mientras la comitiva real desaparecía de la escena pública, la Försvarsmakten desplegaba tropas por distintos puntos del país y reproducía, con precisión milimétrica, respuestas ante ataques ficticios. Los ejercicios incluían golpes a infraestructuras críticas y simulaciones con múltiples víctimas, un recordatorio de que la tensión con Moscú sigue marcando el pulso de todo el flanco de la OTAN.
El Gobierno quiso que este simulacro fuese algo más que una rutina administrativa. El primer ministro, Ulf Kristersson, subrayó que la prioridad era poner a prueba la coordinación entre las instituciones y detectar cualquier punto débil: desde fallos en la comunicación hasta posibles solapamientos entre organismos. "El escenario planteado fue una grave evolución en la situación de seguridad en Suecia y en la región circundante. El propósito del ejercicio fue discutir qué medidas serían necesarias, en esta situación ficticia, para mantener la seguridad del país" explicó el comunicado oficial. En paralelo, el presidente del Parlamento, Andreas Norlén, insistió en que incluso bajo presión extrema el sistema democrático debe seguir funcionando sin tambalearse.
También participaron en las maniobras diputados del Riksdag, efectivos de las Fuerzas Armadas y representantes de varias agencias gubernamentales, como la Agencia Sueca de Defensa Civil.
La presencia activa de la Princesa Victoria fue una de las grandes novedades del día. En plena formación militar desde 2024, participó en ejercicios tácticos y en las reuniones de análisis junto a su padre, asumiendo el rol que ocuparía como futura jefa de Estado en situaciones de crisis. La Casa Real, que no intervenía en un simulacro de este tipo desde 1990. El entrenamiento se desarrolló a lo largo de toda la jornada, coordinado en secreto hasta que el Gobierno y las Fuerzas Armadas confirmaron su realización.
A las siete de la tarde, tras el balance final, el Rey y la heredera aprobaron el último paso del simulacro: la difusión de un comunicado en tres idiomas, sueco, inglés y ruso, en el que Suecia enviaba un mensaje directo a su entorno geopolítico. El país afirma que está preparado para defender su soberanía ante cualquier agresión.


