Los vientos han cambiaron en Palacio. La revista Vanity Fair analiza de nuevo la figura de Letizia Ortiz, pero esta vez a colación de cómo ha logrado hacerse con Zarzuela a sólo un año como Reina, describiendo los nuevos usos y costumbres implantados en el funcionamiento interno de la institución y que se deben principalmente a la reina Letizia y su carácter, tan distinto del de la reina emérita.
El reportaje comienza describiendo el día a día de Letizia, que nada más levantarse recibe a su peluquera de confianza y despierta personalmente a sus hijas Leonor y Sofía, a quienes también viste y prepara el desayuno. Mientras tanto, la reina se las arregla para leer la prensa y elegir vestido, si hay acto oficial. Podría parecer algo normal en una "profesional de clase media", pero lo cierto es que resulta significativo. Eso es sólo el comienzo del día.
Entre sus otras actividades diarias está seguir su agenda oficial, pero lo cierto es que Letizia sale ahora más que nunca. Visita exposiciones de manera privada, está atenta a la agenda cultural de Madrid, y en cuanto tiene un hueco se escapa a eventos como el de Nikola Tesla en la Fundación Telefónica o a las exposiciones de La Casa Encendida. Y naturalmente, están las salidas de la pareja al cine, sobradamente documentadas por los paparazzi. Son gustos que Letizia introdudujo en la pareja, y que salen siempre de ella.
Vanity Fair indaga en cómo Letizia ha conseguido, pese a partir del menosprecio inicial de los Borbón y los profesionales de Palacio, cambiar casi por completo las costumbres y el funcionamiento interno de Zarzuela, pese a todas las dificultades. Claro que el carácter fuerte y diferente de Letizia ya era sobradamente conocido desde antes de la proclamación, que evidentemente acabó por cambiar absolutamente todo. Todo se resume en una anécdota del año 2004, cuando Letizia irrumpió "libreta y bolígrafo en mano" preguntando a todos los empleados qué hacían y cuánto tiempo llevaban allí, y que ha de interpretarse como un gesto de interés.
En la cocina
La reina ha revolucionado los hábitos en Palacio en cuanto a temas de cocina se refiere. Ella ha introducido la alta cocina española en el menú de Zarzuela, represantada por el chef dos estrellas Michelín Ramón Freixa. Detesta la bollería industrial, los vending y el tabaco. Y hace deporte en los alrededores de Palacio todos los días, aunque prefiere el running o la bicicleta, sin entrenador personal. La organización de Palacio es en general mejor, más eficaz, según el reportaje. De la misma manera y aparte de su despacho oficial en la primera planta, ha acondicionado una pequeña estancia con un ordenador, libros y retratos familiares, muy modesta, para trabajar en sus dependencias personales.
Colaboradores
Entre todo ello, Botsuana, Corinna y una grave crisis de matrimonio que, sin embargo, consiguieron sortear. Hoy, dice Vanity Fair, la reina es otra en Palacio, y la monarquía, también, gracias precisamente a los nuevos aires implantados por Letizia, una reina plebeya a quien de tanto en tanto se le escapa un "tía", y que además es especialmente decidida. Sus dos personas de confianza son José Manuel Zuleta, jefe de Secretaría de la reina y teniente coronel de Caballería, además de duque de Abrantes y marqués de Duero; y Jordi Gutiérrez, director de Comunicación. Ambos trabajan desde cierta distancia y en silencio, pero son sus dos colaboradores imprescindibles.
Iñaki, el enemigo
La revista explora también en algo ya conocido pero a la vez altamente significativo, en cómo la relación del matrimonio de Felipe y Letizia con el de Cristina e Iñaki se deterioró desde la gran amistad inicial hasta su total y absoluta desaparición. Un proceso que comenzó incluso antes del estallido del caso Nóos en 2010, pero que se aceleró significativamente hasta que éstos fueron considerados personas non gratas pese a la oposicion de los reyes eméritos.
El descubrimiento de los correos de Urdangarín y sus burlas a la ahora reina fueron sólo la expresión pública de ello, explica Vanity Fair, que insiste en que Iñaki Urdangarín fue el enemigo público número uno de Letizia, más aún que el rey Juan Carlos. El entonces duque de Palma intentó también poner a Felipe, su marido, en contra suya, algo de lo que fue perfectamente consciente entonces princesa de Asturias.
Una ruptura familiar a dos bandas que incluye también a Felipe, que ya no se habla con su hermana Cristina, a quien esta semana pasada desposeyó de su título de duquesa, y que le costó enfrentarse con la reina Sofía, cuya única preocupación era mantener unida a su familia. Letizia, por su parte, nunca encajó excesivamente bien en los Borbón, una relación que "nunca fue fluida y ahora es distante", según fuentes cercanas. La reina siempre estuvo "tensa y envarada" en los actos familiares con los Borbón, y sigue mostrándose "torpe" cuando toca hacerlos. Las hijas del matrimonio son por eso mismo mucho más cercanas a la familia de ella que a la de él. El padre de Letizia, Jesús Ortiz, sigue de cerca los progresos de Leonor y Sofía, y su madre Paloma su gran puntal familiar. Sus amigas son las de siempre, y pertenecen al ámbito profesional que antaño desarrollaba.
El grave accidente
Y precisamente a colación de eso, se recuerda el grave accidente de tráfico provocado por Letizia muy poco tiempo antes del anuncio de su romance con Felipe y que abandonase su profesión en TVE. Lo cuenta su entonces jefe, Alfredo Urdaci, que subraya que Letizia conducía su propio coche, y auq además "le gustaba correr". "Al salir del túnel que enlaza la M-30 con la calle O'Donnell la sorprendió una tromba de agua. Los vehículos se agolpaban en la vía. Ella intentó frenar, sin poder evitar el aquaplaning, y provocó una colisión múltiple. "Está usted viva de milagro, se podría haber matado", le recriminaron los efectivos del SAMUR. Antes que ellos, Letizia hizo una sola llamada telefóica. Fue al príncipe Felipe, que la calmó y envió hasta el lugar a dos agentes de la Guardia Real, que la condujeron en moto a Torrespaña. Al llegar estaba muy nerviosa, se tomó una tila y siguió trabajando toda la tarde".
La salud
El pasado periodístico de Letizia brilla con luz propia a la hora de escribir sus discursos, que pese a estar revisados por la institución salen de su puño y letra. Y sobre todo en su absoluta implicación con los temas de salud, mucho más allá de las puras apariencias. Su conocimiento de las enfermedades raras a cuyos actos acude es "exhaustiva" y real, dicen las fuentes de Vanity Fair, que se retrotrae a sus tiempos en TVE para demostrar que el interés de la Reina no es impostado. Cuando el hermano del subdirector de informativos de la cadena en su época estaba ingresado por leucemia, Letizia acudía todas las semanas a visitarle acompañando a su compañero de trabajo. Hace pocas semanas hizo lo mismo con el padre de un amigo suyo, ingresado en cuidados paliativos. La reina actual demustra su conocimiento haciendo las preguntas adecuadas ante los expertos, que certifican que eso no ocurría con Sofía.