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Cuando Manolo de Vega era "el más macho de España"

Manolo de Vega atraviesa dificultades. Atrás queda su azarosa vida sentimental: tiene diez hijos de seis mujeres distintas.

Manolo de Vega atraviesa dificultades. Atrás queda su azarosa vida sentimental: tiene diez hijos de seis mujeres distintas.
Manolo de Vega | Telecinco

Sorprende dolorosamente la angustiosa situación en la que se halla Manolo de Vega, arruinado, enfermo, sin sus piernas e incapaz de hacer frente a los gastos imprescindibles para vivir y al pago del alquiler de su vivienda. Es decir, a punto de quedarse en la calle. ¿Es que no hay nadie, sobre todo alguno de sus antiguos compañeros, que pueda de verdad "echarle una mano" y no una simple limosna? Pero en este relato que sigue también es sorprendente saber cómo ha sido su vida sentimental. Que puede resumirse en que ha sido progenitor de diez hijos con media docena de mujeres. Por supuesto su lista de amantes ocasionales, de novias y "ligues" excede de nuestro limitado espacio. Merecería un libro gordo, como "el de Petete".

Fue hace justo veinte años cuando Manolo de Vega me citó en el ya tristemente desaparecido castizo bar Los Grabieles (escrito así, como se anunciaba) para comunicarme lo siguiente: "Soy el hombre más macho de España". ¿Y eso?, le interrogué. "Una cadena de televisión franco-alemana me ha concedido ese título, tras sopesarlo muy bien con otros varones de diferentes países, teniendo en cuenta que tengo diez hijos con seis madres diferentes". Satisfecho con aquel reconocimiento sexual, admitió: "Esto de ser golfo es que me viene de familia. Mi padre, hasta quedarse ciego en la guerra… se puso ciego con las mujeres". Me reí, como es natural. Y recordé que, quince años atrás, me confesó su historial amoroso. Que procuraré abreviar, eliminando innecesarios detalles.

Le pregunté cuándo perdió su virginidad: "A los diecisiete años. Con una gallega, Teresa, que contaba veintiséis. Yo trabajaba entonces de camarero. Y pasaba mucha hambre. Lo hicimos y al terminar cómo me vería de desnutrido que, encima, le daría lástima, supongo, me dio unos duros. Debí caerle bien". Manolo de Vega hizo una pausa y prosiguió: "En Bilbao me puse a vivir con una mujer, con quien tuve una hija, Cristina, nacida en 1961. Y ahí empezó mi paternidad. Me fui a Santander, y allí volví a enamorarme de una hembra con la que tuve a mi segundo vástago, Manolín se llama, en honor mío. Siguiendo el recuento, en Barcelona compartí cama con una catalana durante varios años, y allí nacieron tres hijos más, y van cinco: Sandra, Magdalena y Paquita. Paré un tiempo más tarde en Valencia, y nueva conquista, de la que nació otro chico al que pusimos el nombre de mi hermano, José Luis. He de confesar que este bebé vino al mundo cuando yo todavía estaba con la catalana".

A dos bandas, Manolo, le dije, animándolo a que no perdiéramos comba y continuara su biografía sentimental. Y en ese punto es cuando, muy serio, me refirió que en su deseo de "sentar cabeza", por no decir otra cosa, se marchó a su tierra, Valladolid. Para casarse. Como lo leen. "Sí, fue con una manchega de Valdepeñas, María Luisa, con la que antes de la boda ya habíamos tenido nuestras cosas en la cama, resultado de lo cual fue que nació nuestro primer chaval, Francisco Javier, que hacía el séptimo de mis hijos. Pero, sepas que yo no engañé a mi mujer, a la que conté pelos y señales y no podía estar desprevenida y sentirse de nuevas. Voy a serte sincero, porque cuando María Luisa y yo éramos novios discutíamos mucho. Total, se enfadaba porque me iba de vez en cuando a ver a una amiga suya. Es que soy muy enamoradizo, lo reconozco. También nos nacieron otros dos chicos. Ya era padre de nueve hijos".

Manolo de Vega, bromas aparte, me aseguró, con la mano en el corazón, que había reconocido a todos sus descendientes y que salvo a las madres de Valencia y Santander, ya casadas, a las demás les pasaba mensualmente un sobre con dinero. "La de Santander –añadió- es un poco cabezona, que si quisiera yo podría seguir brindándole mi amistad… sanamente se entiende". Y Manolo, me insistía: "Ninguna mujer con las muchas que ha estado puede decir que la engañé. A todas les conté mis andanzas". Su matrimonio con aquella manchega, María Luisa, terminó. Por lo de siempre: la maldita afición de Manolo para irse tras unas faldas a las mínimas de cambio. Por ejemplo, a finales de los años 70 se emparejó con la cantante onubense Blanca Villa, contratándola para su compañía. Hubo entre ambos un bonito romance. Pero tuvo su final, amistoso eso sí. Y Manolo encontró entonces la mujer definitiva, Juani Rosado, con la que tras quince años de convivencia, y tras tener una hija en 1981, resolvió casarse. Por segunda vez. Reincidente, pero ya habiéndole jurado y perjurado a Juani que no volvería a las andadas y que le sería fiel toda la vida, en las alegrías y en las penas… Como ha sido. Sobre todo en lo último.

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