Cincuenta y un años ha cumplido Sergio Dalma a comienzos del otoño, de los que lleva la mitad dedicado a la canción, con un sólido prestigio entre los intérpretes pop melódicos. Su más reciente disco hace el número décimo séptimo de una carrera iniciada en su ciudad natal, Sabadell, a finales de los años 80. En 1991 defendió en el Festival de Eurovisión "Bailar pegados", que fue su trampolín para darse a conocer en toda España, con esa voz algo rota, quebrada, tan personal aunque se le compare con algunos colegas italianos, como Eros Ramazzotti; o Richard Cocciante, si nos remontamos en el tiempo a los años 70.
Es un tipo agradable, educado, sensible, que dejó los estudios de Filología Románica colgados para dedicarse a transmitir emociones con su música. Ha estado últimamente Sergio Dalma en Argentina, donde aprecian mucho sus canciones. Y en España ha tenido buena aceptación ese álbum reciente, de amores y desamores, baladas que llevan su firma, entre las que destaca la titulada "Tú y yo". Trece piezas interesantes agrupadas bajo el título de su propio apellido artístico, Dalma, porque no encontró otro que fuera original. Es el que utiliza profesionalmente, al revés, tomado del pueblo leridano donde nació su padre, Maldá.
Porque el cantante se llama realmente Josep Sergi Capdevila Querol. Vive en Madrid desde hace un cuarto de siglo en los aledaños del parque del Retiro, donde iba habitualmente a correr, hasta que sufrió una dolorosa lesión de espalda. Madruga, hace ejercicios físicos y se cuida en todos los sentidos. Procura no trasnochar, dormir lo suficiente, y vigilar la garganta.
Y vive en soledad, según confiesa. La última novia que le conocimos era María Aguiñica, veinte años más joven que él. Celoso de su intimidad, se cierra en banda cuando se le sugiere que hable de sus amores. Y es que Sergio Dalma quedó muy escaldado de su única experiencia matrimonial, y lo que aún colea por culpa del hijo habido en aquella unión. Transcurría el año 1994 cuando apareció en su vida la modelo barcelonesa Maribel Sanz, espectacular rubia de bien contorneadas curvas que alcanzó cierta popularidad en sus apariciones televisivas como azafata de diversos programas. Se casaron a los ocho meses de conocerse, civilmente y en secreto, aunque tres años más tarde pasaron por la vicaría. Tuvieron un bebé, Sergio. Pero en 1998 las mieles se trocaron hieles y la pareja se dijo adiós, y no precisamente de manera amistosa; al menos, las revistas de la época contaron con detalles los desencuentros que venían arrastrando.
Lo de "Bailar pegados" hacía tiempo que no iba con ellos. Maribel Sanz ya había estado casada anteriormente con un guitarrista y fue madre de un niño, Adriá. El fracaso con Sergio Dalma lo atribuiría ella a que éste era un redomado machista que la tenía en casa encerrada y "con la pata quebrada", como reza el añejo refrán. Naturalmente el cantante la acusaba de mentirosa. La vida sentimental de la modelo no mejoró con sus posteriores relaciones: una temporada estuvo con Alessandro Lecquio, y otra con un empresario venezolano, Jack Rahal, al que terminó acusando de maltrato e injurias. Su tercera boda fue con el propietario de un restaurante, Christian Jiménez, en 2003, que les duró poco, hasta que él se fue tras las faldas de Leticia Sabater y ella se consoló simplemente volviendo a trabajar en un programa de televisión. Seguía mostrando su bella anatomía, que ya admiraron tiempo atrás los lectores de Interviú, cuando aceptó posar en pelota picada.
Y he aquí que en 2013 Sergio Dalma optó por no seguir pagando la pensión alimenticia –ochocientos euros mensuales- al hijo que tuvo con Maribel, y que se llama como él. Alegó que, si bien satisfacía esa cantidad cuando el joven trabajaba de camarero (ocupación que le había proporcionado) dejaba de hacerlo al enterarse que Sergio Jr. se ganaba muy bien la vida interviniendo en el programa de televisión ¡Mira quién salta!
Ante esa actitud, su exmujer lo demandó, ganando finalmente la causa. En el juicio, padre e hijo evitaron cruzar sus miradas. Hace tiempo que ni se ven ni se hablan. Lo último que Sergio Dalma recuerda haberle dicho a su veinteañero retoño fue esto, más o menos: "¡Eres tan friki como tu madre!", lo cual no gustó ni al chico ni a Maribel Sanz. Desde entonces andan a la greña. El cantante no tiene más remedio que seguir pagando la pensión alimenticia antedicha, aunque lo que más le llega al alma es que su hijo no le dirija la palabra ni quiera verlo. A ver si en Nochevieja se mandan siquiera un whatsApp…