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Katy Mikhailova

Hemos vivido engañados

En moda ya no hay excusas para seguir viviendo el autoengaño, y ya va siendo hora de comprender que nos han vendido gato por liebre.

En moda ya no hay excusas para seguir viviendo el autoengaño, y ya va siendo hora de comprender que nos han vendido gato por liebre.
Cartel de Guess en Nueva York | Gtres

Los ‘fashion victims’ han sufrido un duro golpe, a la altura del traumático descubrimiento de que los Reyes Magos son nuestros padres, Bambi no resucita, las golosinas engordan y el Ratoncito Pérez sólo trae muelas de juicio. Lo que es de juicio es que convivan en Occidente dos marcas ‘Valentino’ y nosotros no lo sabíamos. Más allá de que ambas sean italianas, de la misma época y se dediquen a la industria de los complementos, una es lujo y la otra low cost. Si Yves Saint Laurent perdió el juicio contra Christian Louboutin (tras el recurso de este) por la exclusividad de la suela roja (y en todos los tonos), ¿cómo diferenciamos cuál es cuál entre dos marcas distintas que responden q la de "Valentino"?

Para que me entiendan: España está repleta de tiendas, en las que se suelen vender marcas también como Guess y Moschino (hay una en Goya). En tales establecimientos hay ‘Valentinos’ de plástico-fino que se ofertan por 200 euros. La grata sorpresa para los seguidores del lujo es que aquí falta un cero, y, por lo tanto, estarían adquiriendo una ganga. La mayoría piensan que esto es algo así como "Armani" y "Armani Jeans", o lo que en su día Dolce & Gabbana y la ya desaparecia D & G, pero no: no es la versión democrática de Valentino. Valentino-barato se corresponde a Mario Valentino; mientras que Valentino-caro pertenece a Valentino Garavani.

Lo sé, yo ya me he perdido, pero es tan simple como medirlo por los ceros que hay en el precio a la derecha. De hecho, los que piensan que Valentino-barato es una cruel copia de la firma de lujo, se equivocan, puesto que a Mario Valentino le debemos ubicar en 1952 y a una saga de zapateros y artesanos; mientras que Valentino-caro se funda en 1956, y su diseñador V. Garavani pasa más tiempo en las cabinas de rayos uva que en los tribunales (como debería ser). El caro viste a la jet-set y hace desfiles; y el barato simplemente alimenta a aquellos que entre un Primark y un Loewe, encuentran un hueco de amor y cariño en (Mario) Valentino. Como verán, hay sitio para todos.

En realidad, si comparamos dos bolsos, en una fotografía, no se aprecia ninguna diferencia más allá del logotipo que en el caso de Valentino-barato suele ser una V. En la vida real, bastaría con tocar un bolso y otro, para comprender que el Valentino-caro está elaborado a partir de piel, mientras que el barato es poliéster puro y duro. Lo que implica que un Valentino-caro se pueda conservar fácilmente 40 años, mientras que el barato no pase de los 3, ya que, se use o no, este material empieza a arrugarse y a caerse a trozos (yo lo he vivido).

En 1979 ambos Valetino(s) firmaron un pacto-de-no-agresión para coexistir sin guerras legales de por medio. El acuerdo consistía en que el interior de cada Valentino-barato estuviera la firma de Mario Valentino; pero esta bonita intención copó una media de 40 años, pero después Mario se pasó por el forro (¡y nunca mejor dicho!) este acuerdo. El pasado mes de julio, Valentino el bronceado que viaja en jet privado con un chucho peludo, demandó a Mario Valentino por esta competencia desleal, tal como recoge The Fashion Law.

Ya no hay excusas para seguir viviendo el autoengaño, y ya va siendo hora de comprender que nos han vendido gato por liebre.

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