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Los desnudos de Esther Doña en las esculturas del hijo de Anthony Quinn

Convengamos que de Esther Doña nada sabíamos, salvo sus familiares y amigos hasta que en febrero de 2016 comenzó a salir con el marqués de Griñón.

Esther Doña | Gtres

El juez Santiago Pedraz y Esther Doña llevan unas semanas sin ocultarse cuando son perseguidos por los reporteros gráficos. Desde entonces, tras la portada de ¡Hola!, las revistas ya los tienen incluidos en la lista fija de personajes de actualidad. Coincide ello con la aparición del libro La vida de un gran hombre a través de mis ojos, semblanza que Esther ha escrito sobre su corto matrimonio con Carlos Falcó, que será presentado el próximo 27 de octubre. Evento que imaginamos reunirá a muchos rostros conocidos de la vida social y a una legión de fotógrafos ávidos sobre todo de captar todas las imágenes posibles de la autora y su flamante novio, en caso de que decida asistir el titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Según Esther Doña, su enamorado ya ha sido uno de los pocos lectores que han conocido ese texto. ¿Nos revelará allí su autora qué ocurrió en la noche del 24 de febrero de 2019 cuando alojada junto a su marido en el madrileño Hotel Eurobuilding dieron en montar una monumental bronca que alarmó a los vecinos de habitación, incidente que acabó con los huesos del marqués de Griñón en una comisaría, donde pasó la noche privado de libertad hasta quedar al día siguiente libre sin cargos?

Convengamos que de Esther Doña nada sabíamos, salvo sus familiares y amigos hasta que en febrero de 2016 comenzó a salir con el marqués de Griñón. ¡Hola!, como siempre, se hizo con la exclusiva, bien remunerada, del comienzo de una amistad que acabó al año siguiente en boda. Una ceremonia íntima de la que no obstante también se publicó un reportaje. Desde entonces, la pareja no dejó de aparecer a menudo en las publicaciones rosas. Nos enteramos que los felices novios se habían conocido en el transcurso de un acto seguido de cena en un hotel malagueño al que concurrieron empresarios relacionados con el vino y sumilleres de reconocido prestigio. Carlos Falcó lo era, como experto enólogo y bodeguero ilustre. La presencia de Esther Doña no se justificaba por esos negocios. Simplemente fue invitada por algún amigo de los organizadores. El marqués de Griñón, seductor nato, se fijó en ella y desde un primer instante trató de conquistarla. Consiguió que la sentaran a su lado. Y así, durante toda la velada, se desvivió por causar en ella la mejor sensación. Tardarían unas semanas durante las que Carlos Falcó desplegó todos sus encantos para que la malagueña cayera entre sus brazos. Los cerca de cuarenta años de diferencia entre ambos no iban a ser obstáculo alguno para que el romance siguiera su curso. Tampoco el pasado sentimental de ambos les importaría. Porque si el marqués ya había matrimoniado tres veces, amén de mantener idilios varios como el que sostuvo con Cristina Onassis, no le iba a la zaga la biografía sentimental de la joven Esther, de quien nos ocupamos acto seguido.

Desde muy joven, Esther Doña tuvo una vida nada gris merced a las distintas ocupaciones que tuvo, lo que la relacionaron con distintos sectores de la vida social y empresarial. Fue modelo y también participó en una de las giras de Julio Iglesias, como tal. Su atractivo no pasó inadvertido para el cantante madrileño. Ya conocedora del mundo de los negocios, celebró su primera boda con el empresario Francisco Garrido, del que acabó separándose. Se dedicó a montar un centro de estética femenina, incluidos masajes, Karma Estética, que clausuró en 2006 para administrar una inmobiliaria y luego una compañía londinense que organizaba desfiles de firmas acreditadas. Esa experiencia en la capital inglesa la desarrolló cuando estaba casada con un socio llamado Ángel Javier Martínez Higueras, rico empresario veinte años mayor que ella. Los esponsales fueron en 2011, unión que apenas duró medio año. Esther diría que fue una equivocación casarse con aquel hombre, sin especificar por qué. Ya eran dos bodas fracasadas.

No tenemos las fechas en las que estuvo relacionada con José María González Caldas, presidente del Sevilla Club de Fútbol, y ocasional empresario taurino, faldero reconocido, que estuvo durante un tiempo conviviendo con la que fuera Miss España, Sofía Mazagatos, que pasaría a la historia del disparate con aquella frase que hizo fortuna, cuando dijo vivir "en un candelabro". Otro ligón impenitente, Bertín Osborne, también conoció de cerca a nuestra protagonista. Lo mismo que en su día, mucho antes, asimismo Máximo Valverde, paseante continuo de jovencitas con ganas de marcha, salió un par de años con ella. Y hasta en esa lista de admiradores de la belleza de Esther hay quien incluye a Luismi Rodríguez, el dueño de esa empresa de chatarras que se ha forjado una fama de donjuán desde que se le relacionara con Carmen Martínez-Bordiú y Agatha Ruíz de la Prada, sin acabar nunca de comprometerse del todo con ninguna de sus acompañantes.

Otra historia cerca de Esther Doña la emparejó con Lorenzo Quinn, hijo del recordado actor cinematográfico protagonista de Zorba el griego. Sabido es que este vástago se instaló hace bastantes años en Barcelona donde desarrolló su faceta de escultor. Y entre las modelos que pasaron por su estudio hemos sabido que se encontraba Esther Doña. De esos encuentros, posando Esther para el artista en calidad de musa, surgieron doce obras escultóricas de la serie Gravedad Femenina, todas ellas en distintas poses, en las que aparecía desnuda. Entre la modelo y el artista nació una gran amistad, que se tradujo en viajes por distintas capitales. La esposa de Lorenzo Quinn, Giovanna Cicutto, con quien tenía cuatro hijos, estaba un poco "mosca" de aquellas entradas y salidas de su marido con la modelo malagueña, y parece ser que tomó cartas en el asunto.

Por sus negocios, amistades y los dos matrimonios rotos, Esther Doña fue adquiriendo un pequeño patrimonio, suficiente para vivir con desahogo económico. Se le atribuyó ser propietaria de dos pisos en la localidad madrileña de Majadahonda.

La aparición del marqués de Griñón en la vida de Esther Doña supuso una ilusión en ambos. Carlos Falcó fue desplegando hacia ella desde que comenzaron su idilio toda suerte de atenciones y regalos, y sorprendió a su enamorada con viajes de ensueño, como unos safaris por Kenia y Tanzania. Los hijos del marqués se pusieron en guardia, sospechando que su octogenario progenitor gastaba más de lo debido. Llegado el momento de casarse, el novio los calmó cuando ante notario firmó un documento por el que él y Esther contraían matrimonio en régimen de separación de bienes. Muerto el marqués el 20 de marzo de 2020 a la edad de ochenta y tres años, víctima por sorpresa del maldito Covid-19, Esther Doña hubo de consolarse con obtener bienes en usufructo que en herencia le dejó su marido.

Pasaron unos meses de Esther enlutada. Surgieron algunas disputas familiares. Esther Doña no podía ostentar el título del marquesado de Griñón, que pasó a uno de sus hijos. ¿Acaso ella quería terminar siendo marquesa viuda de Griñón? Poco a poco Esther fue recuperando su situación real, sabedora que tenía que rehacer su vida y no seguir residiendo en "El Rincón", la finca que había sido su hogar con Carlos Falcó. Y se mudó a una vivienda en Madrid. Había transcurrido cerca de un año de su condición de viuda, y a sus cuarenta y tres años quería ilusionarse con un nuevo amor. Comenzó a salir con un ejecutivo, Juan Garcés, casado, con dos hijos, al que conocía de tiempo atrás. Las revistas volvieron a especular con el futuro amoroso de Esther Doña. Pero aquel posible romance fue sólo un espejismo. Ha sido este pasado verano cuando ha sentido latir su corazón con la fuerza que despierta la aparición de otro amor.

Por ella, se casaría ahora mismo con el juez Pedraz, según le atribuyen la confidencia. Tiempo a tiempo. Él ya ha estado casado. Para ella sería su cuarta experiencia matrimonial. Dicen que hacen buena pareja. Ayer, el juez no tenía barba y sí un flequillo rubio rebelde, y ahora sí que luce otro aspecto no menos atractivo. ¿Por qué un juez respetable como él, muy conocido, no va a poder ser objeto de portadas en ¡Hola! y reportajes en toda la prensa del corazón? Se lo han reprobado algunos colegas. Pero cuando hay un gran amor de por medio, sobran las envidias y recriminaciones. Estaremos atentos al porvenir y futuro de esta simpática pareja.

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