
El 27 de julio de hace dos decenios Jesús Janeiro Bazán (Jesulín de Ubrique en los carteles) contrajo matrimonio con María José Campanario. Una pareja continuamente expuesta a la curiosidad pública merced al interés de las revistas del corazón. Han pasado algunos momentos complicados en este periodo de tiempo, pero en ellos ha prevalecido la firmeza de su compromiso matrimonial, el amor que sostiene su unión. Los tres hijos que tienen, Julia, Jesús Alejandro y el recientemente nacido Hugo, dan testimonio de su felicidad. En los programas rosas de algunas televisiones, sobre todo en el que Belén Esteban tomaba parte, periódicamente siempre se explayaban comentarios hacia el torero y su mujer, no siempre halagüeños.
Belén era por supuesto quien más azuzaba, en perpetua controversias con María José Campanario. No se callaba esta última, a la que le asistía la razón más de una vez. El caso es que entre ambas siempre había discordias y puyazos dialécticos. Con buen sentido, Jesulín "no entraba al trapo" y prefería quitarse de en medio de esas inútiles y absurdas polémicas, siempre como monotema aquella lejana relación sentimental que hubo entre el diestro y la madrileña, de la que vino al mundo Andreíta. "¡Yo por ella mato!", gritaba hace años Belén defendiendo a su pequeña.
Las aguas parecen ahora calmadas, así es que por un lado Jesulín ha podido dedicarse a sus negocios, a sus apariciones mediáticas en algunos programas, donde ha demostrado su persistente buen humor y destreza en pruebas de ingenio o de habilidad, en tanto María José concluyó sus estudios de Odontología, muy concentrada en esa profesión. Ello la enaltece, pudiendo vivir "sin dar golpe" a costa del patrimonio de su marido ganado con esfuerzo en los ruedos, donde ahora Jesulín apenas hace el paseíllo como no sea en algunos festivales.
María José Campanario es natural de Castellón de la Plana, en cuya feria taurina nunca faltaba, sobre todo si Jesulín figuraba en los carteles. Era una admiradora suya. Y le gustaba ir con alguna amiga, merodeando el hotel donde él se vestía de luces. Según Jesulín el primer encuentro con ella se produjo en un restaurante donde él almorzaba con sus padres. Divisó a una guapa y menuda joven. Con la ausencia de rubor que siempre ha presidido su carácter, él se acercó a la mesa de quien resultó llamarse María José Campanario, obtuvo entre sonrisas su número de teléfono (aún no estaban los móviles de moda). Lo que le dijo fue esto: "Esa cara la tengo que ver yo muchas veces", y no paró hasta concertar con ella una cita. Después, ya todo es conocido pues los semanarios se encargaron de seguir todo el proceso del noviazgo. Exactamente por un periodo de quince meses. María José no las tenía todas consigo. Estaba al cabo de la calle de la relación de Jesulín con Belén Esteban. Y era consciente de que el torero no paraba de piropear a toda admiradora que se le acercaba: disponía de una agenda repleta de números de teléfonos de chicas. Después de Luís Miguel Dominguín, seductor número 1 entre los matadores de toros, que volaba muy alto acerca de sus conquistas con estrellas del cine internacionales, Jesulín de Ubrique ha sido el segundo torero conquistador, aunque esos romances no fueran con famosas. Que se sepa, porque él nunca ha querido descubrir idilios pasajeros con ciertas damas.
Aquella boda de hace veinte años se celebró en la sevillana hacienda de Benazuza, en la capilla de San Francisco. Jesulín prometió a María José serle siempre fiel. La prueba es que no se le han conocido "ligues" desde que se casó. Y ya no celebró más corridas de toros "sólo para mujeres", como por ejemplo hizo una tarde en Aranjuez: "Yo no alenté a las mujeres para que me tiraran bragas al ruedo. Lo normal hubiera sido que me echaran flores, pero si ellas querían lo otro… ¿qué podía yo hacer?"
Jesulín ha sido un torero diferente. Sin estar dotado de la pureza y arte de Morante de la Puebla, aprendió la técnica suficiente para enfrentarse a ganaderías a veces duras. Su estilo populista, dentro y fuera de las plazas le granjeó la condescendencia de mucha gente, incluso ajena a la fiesta brava. A simpatía y gracia gaditana le han ganado muy pocos. Ganó mucho dinero, el suficientemente para ayudar a su familia, padres y hermanos. Su progenitor se metió en más de un lío, con perjuicio económico para Jesulín. Y éste, una vez retirado, hubo de volver a torear, logrando así amasar un respetable capital. Ya lo había conseguido sólo con dieciseis años cuando dispuso del dinero suficiente para comprar la finca "Ambiciones", nombre que respondía al de un toro con el que triunfó rotundamente.
De Jesulín de Ubrique se han contado cientos de anécdotas. Como uno de sus hermanos era piloto de una compañía aérea, Jesulín también llegó a pilotar una avioneta. La alquilaba para sus desplazamientos, pues hubo un verano en el que toreó en tres plazas distintas y distantes el mismo día. En una de esas ocasiones, la utilizó para llegar a tiempo a Benidorm, donde tomó parte como invitado al conocido Festival de la Canción. ¿Recuerdan aquel disco eon el estribillo "toa, toa..." ? La grabación le costó sesenta millones de pesetas. Pero se empeñó y no sólo no recuperó ese dineral entonces, sino que hubo de indemnizar a algunos empresarios al suspender la gira musical que tenía contratada. No podía acudir a esos compromisos ya que con anterioridad había firmado otros para torear. Llegó más de una temporada a encabezar el escalafón de las figuras. Era el que más toreaba por temporada.
Si su breve etapa de cantante quedó para su anecdotario, aunque él asegura que aún le preguntan por alguna de sus insóitas canciones, y ya está practicamente ausente de los ruedos aunque no se haya retirado oficialmente, Jesulín no deja de estar presente en los medios de comunicación y en consecuencia, tampoco María José Campanario, pareja a la que felicitamos desde aquí por su vigésimo aniversario matrimonial.



