
Errejón nos quiere quitar los filtros de Instagram. O lo que es peor: que se notifique cuando uno haga uso de ello. ¡Toma ya!, como si no te avisase ya. Quiere un aviso sobre el aviso, así funciona el neocomunismo. Porque, al parecer, esto genera complejos y trastornos de inferioridad y aspiracionales entre jóvenes. No tenemos derecho a ser más guapos ni siquiera a querer parecerlo más. Si hay que notificar en la red cuando uno ha subido una foto que se ha sometido a una edición, les planteo los siguientes supuestos.
Pecho operado, debe usted llevar camisetas o algún distintivo que lo comunique en el día a día cuando salga a la calle. Nariz operada, igual. Labios o pómulos retocados, valorar algún maquillaje con una señal o un logo que aclare el asunto. Pelo teñido, debería haber algún mechón de color… morado… por ejemplo para que el mundo sepa que ese rubio es postizo. Aplicable esto último a extensiones. Las uñas de porcelana o gel se merecen un aspa pintada en el meñique: esas uñas no han crecido por sí solas. Los tacones… bueno, eso se ve fácil. Pero ojo con las fajas que "adelgazan": esto merece algún distintivo reconocible también. Los que llevan lentillas, igual pueden ir con un lazo en el brazo por la calle, para que el mundo sepa que son miopes pero no tanto. Y así… con cualquier signo de libertad, para buscar nuestra mejor versión, y que deba ser manifestado al mundo entero. No prohíben, pero exigen transparencia.
No hay derecho para ser guapos, señores. Ni para parecer más jóvenes: prohibamos el botox y las cremas. También quememos los sujetadores con relleno y los leggings con efecto push-up que consigue levantar los glúteos hasta para un cadáver. Me pregunto en qué quedará el tema de cambio de sexo… pero esto ya que lo decida Iñigo y su equipo. Por el momento: prohibido ser guapos, guapas y guapes. Veremos qué es lo siguiente.
