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GOYA 2023

Antonio de la Torre, actor y periodista: "Yo quería ser como José Maria García"

Antonio de la Torre presenta junto a Clara Lago la gala de los Goya 2023.

Antonio de la Torre presenta junto a Clara Lago la gala de los Goya 2023.
Antonio de la Torre | Gtres

Antonio de la Torre se dedicó al periodismo algún tiempo, pero pudo más luego su repentina vocación para ser actor. Y a fuer que no se equivocó, pues aunque nuestro antaño colega no lo hizo mal en sus incursiones en radio y televisión en prácticas deportivas (quería ser émulo de José María García en las ondas) al final demostró ser un magnífico actor. Uniendo ambas actividades la Facultad de Ciencias de la Información lo reconoció hace un mes como alumno destacado, ilustre, en el mismo acto en el que la Presidenta de la Comunidad de Madrid, también agraciada con tal distinción, resultó indignamente abucheada por parte de un grupo de manipulados asistentes en ese escrache, palabreja que nos llegó de Argentina. Antonio de la Torre estaba muy contento ese día, al pisar de nuevo las aulas universitarias, la Complutense (recinto tan familiar asimismo para nosotros). Como lo estará este sábado, 11 de febrero en el Palacio de Congresos de Sevilla, capital donde precisamente reside, en calidad de presentador, junto a Clara Lago, de la Gala de los Goya. Se da la circunstancia de que el propio Antonio de la Torre ha sido nominado en catorce ocasiones en el apartado de "mejor actor", más que ningún otro, aunque únicamente obtuvo sólo dos galardones por Ángel oscuro casi negro, en 2006, y El Reino, edición de 2019.

Cumplió cincuenta y cinco años recientemente, el pasado 18 de enero, natural de Málaga. Su padre era administrativo: no llegó a disfrutar del éxito de Antonio, pues falleció cuando éste contaba dieciocho años. A esta edad dejó la capital de la Costa del Sol y se matriculó en Madrid en la Universidad Complutense. "Le tiraba" la carrera de Ciencias de la Información. Pasó por Radio Nacional de España. Y como necesitaba ganar dinero, muerta también su madre, buscó la forma de conseguirlo. A punto estuvo de ser presentador de un circo. Y de entrar en la compañía Herbalife ejerciendo de comercial. Le surgió trabajar en Canal Sur, en Sevilla, allí compartió una temporada con su amigo y condiscípulo universitario, Alberto San Juan, que fue quien lo animó a ser actor, para lo que hubo de abandonar sus prácticas de informador deportivo e integrarse en las clases, de nuevo en la capital de España, de la escuela de interpretación de Cristina Rota.

Y a partir de 2006 es cuando puede decirse que la vida de Antonio de la Torre dio un vuelco al formar parte del reparto de la antes mencionada película Azul oscuro casi negro, que le permitió ese primer Goya como mejor actor de reparto. Año productivo pues Pedro Almodóvar lo contrató para ser "esposo" de Penélope Cruz en Volver. Y así, poco a poco, su nombre fue haciéndose conocido en la profesión, donde es muy querido; la crítica, en general, ha alabado sus cometidos cinematográficos, y el público se ha ido familiarizando con su figura, y esas dispares interpretaciones tanto en papeles dramáticos como de comedia. Galardonado también por el Círculo de Escritores Cinematográficas, y los jurados de los premios Feroz.

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Antonio de la Torre en Tarde para la ira | Archivo

Si repasamos su notable filmografía, hallamos títulos felices: Balada triste de trompeta, donde ejerció de payaso en 2010; Caníbal, allí como callado, sorprendente sastre que resultó ser un siniestro personaje como ya lo determinaba el título del filme, estrenado en 2013; y en adelante, El Reino, fechado en 2018. En medio de esas películas de interés también tuvo un fracaso en 2009 en Gordos, encima de lo que le supuso un tremendo sacrificio, al tener que subir de peso, nada menos que ¡treinta y cuatro kilos! Un esfuerzo excesivo. Confesaba haber perdido interés sexual. Que se unió luego con los comentarios nefastos que hubo de superar por parte de la crítica. Equivalente a ese viejo refrán que, encima de cornudo, apaleado. Pero no mostró acritud ni hacia los comentaristas ni hacia el director. Para quedarse delgado, penó lo suyo luego.

Los actores, ya se sabe: tienen que acostumbrarse a todo tipo de sorpresas. Como hace un año cuando lo llamaron para una coproducción en la que tenía que hablar en francés, idioma que apenas conocía: Entre la vida y la muerte. Su papel era el de un español emigrante en Bruselas. Muy violento, hubo de manifestarse duramente en algunas escenas, cual si fuera Van Damme en plena lucha libre. Pero es que este tipo, Leo Castañeda, conductor en el "Metro" de la capital belga, había perdido casi la razón desde que se suicidó su hijo. Y hubo de enfrentarse a un mundo oscuro de persecuciones. Antonio de la Torre estaba espléndido. Ya se había curtido en 2016 en otro "thriller", Tarde para la ira, que dirigió su buen amigo y compañero Raúl Arévalo

A estas alturas de la película, nunca mejor dicho, puede asegurarse que es un veterano, al que tal vez le falte ese salto a la popularidad. Su presencia este sábado en la Gala de los Goya, televisada a toda España, será vehículo apropiado para superarla. Es sencillo, modesto, y no se le conocen frases rimbombantes que alteren su habitual comedimiento; saca rédito con prudencia de una natural simpatía y buen humor como corresponde a su carácter andaluz. Lo único que le fastidia es ver a su equipo de fútbol, el Málaga, que no levanta cabeza.

Por lo demás, es muy feliz en su matrimonio con Rosario Charneco, con quien contrajo matrimonio en 2008, cuando aún no era un actor conocido. Ella, funcionaria, nunca ha querido aparecer en las revistas del corazón, por su timidez. Son padres de dos hijos, Martina y Daniel,. Al punto de que aunque han posado juntos en algunos acontecimientos cinematográficos, no abundan fotografías de ambos. Gente como Antonio de la Torre gozan de doble admiración: por su bonhomía y por su reconocido talento profesional.

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