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Michael Caine, el nonagenario que lleva 50 años con Shakira

Shakira, mujer de Michael Caine, logró que el famoso actor británico dejara el alcohol.

Shakira, mujer de Michael Caine, logró que el famoso actor británico dejara el alcohol.
Michael Caine y Shakira el día de su boda. | Cordon Press

Este martes, 14 de marzo, Michael Caine, uno de los actores británicos más relevantes, alcanza la edad de noventa años. Siempre es digno de consideración que alguien tan longevo como él haya estando trabajando en el cine hasta fechas recientes, pues su última película la rodó el pasado año. Superando su salud, muy desgastada: un cáncer, problemas de movilidad, consecuencia de sus dolencias de columna vertebral que afectó a sus piernas, más psicológicamente obsesionado por la muerte. A su lado siempre está Shakira, su esposa, con la que ha cumplido sus cincuenta años de casado. Padre de dos hijas, una de su primer matrimonio, la otra del segundo y definitivo, que hace tiempo lo convirtieron en abuelo.

Tiene Michael Caine una biografía densa por sus ciento cincuenta películas, pero además con el esfuerzo que tuvo que hacer desde sus comienzos, partiendo de su nacencia en un hogar humilde. Hijo de un descargador de pescado en el puerto de Londres, que formó una familia en un barrio obrero de las afueras de la capital inglesa donde abundaba la miseria. La misma casa del futuro actor carecía de cuarto de baño, agua caliente y cualquier mínima comodidad de un hogar decente. Vino al mundo en 1933, registrado con el mismo nombre que su progenitor, Maurice Joseph y el apellido Micklewhite. Con ese apelativo es comprensible que terminara cambiándolo cuando decidió ser actor. Hasta ese momento se ganó la vida como pudo, en modestas ocupaciones: la de lavaplatos, fontanero, en una lavandería… Había descubierto su afición al teatro, y en compañía de aficionados fue aprendiendo, cuando se anunciaba como Michael Scott. Eso fue al iniciarse en el cine como "extra" o en pequeñísimos papeles. Mas resultó que ya existía otro actor así llamado.

Resuelto a encontrar un definitivo sobrenombre artístico, cuando contemplaba una cartelera cinematográfica anunciando el estreno de El motín del Caine, cuyo protagonista era Humphrey Bogart, le comentó por teléfono a su agente: "¡Ya lo tengo! ¡Seré Michael Caine!" Y así siguió.

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Shakira y Michael Caine en 2017 | Cordon Press

Desde 1946 hasta el presente Michael Caine ha desarrollado una importante filmografía en géneros tan diversos como la comedia, el drama, los argumentos policíacos, históricos… En la mayoría de ellos siempre llamó la atención su personal dicción. De su infancia en aquel barrio de las afueras londinenses, nunca olvidó del todo el acento cockney, que es una manera de hablar de quienes vivían en aquel paraje. ¿Recuerdan a aquella florista que merodeaba por el Covent Garden, interpretada en la pantalla por la encantadora Audrey Hepburn en My Fair Lady? Se expresaba a través del lenguaje cockney, algo así, para entendernos, como el cheli madrileño. Pues, bien: Michael Caine, por supuesto que estudió Arte Dramático, pero no olvidó su primitiva forma de hablar, el sonsonete. Eso sí: su aspecto en muchos de sus trabajos cinematográficos lo mostraban como un verdadero gentleman, exquisitamente ataviado, cual dandy. En sus principios, cuando concurría a los casting a pedir trabajo, solía ir bien vestido aunque no tuviera muchas libras en sus bolsillos. Esa apariencia la consideraba fundamental. Nuestro Arturo Fernández me contaba eso mismo. Otra de las obsesiones de Caine era no parpadear nunca ante una cámara, lo que lo llevó a un disciplinado ejercicio durante varios años, al punto de que en su entorno llegaron a tomarlo por un psicópata.

Desde luego, sincero, Michael Caine confesaba haber rodados películas malísimas, deteniéndose haciendo memoria de su carrera de las primeras que le proporcionaron la admiración de los jovencitos de finales de los 50 y dos décadas siguientes. Alfie fue una de ellas, donde era un consumado seductor que se acostaba con la primera mujer que encontraba a tiro e iba sustituyéndola por otras. En Asesino implacable, su personaje, Jack Carter, mataba a quien le llevaba la contraria, sin más justificaciones. También en Un trabajo en Italia, combinaba su faceta criminal, cargándose a cuantos gángsteres se cruzaban en su camino, al tiempo que no desaprovechaba su buena facha para encamarse con chicas de buen ver. Esa tipología de hombre frío, duro, resuelto y conquistador eran marca de la casa, aunque en su vida personal no fuera nada cierto. Lo otro, lo de practicar sexo, no le costó nunca trabajo, porque muchas féminas "se lo rifaban".

Su primera esposa era actriz, Patricia Haines. Se casaron en 1955, tuvieron una hija, Dominique, conviviendo a lo largo de siete años. La ruptura surgió por dos razones: la primera, que él tenía celos artísticos de ella, que tenía más oportunidades que él en el teatro y el cine, aunque fuera en cometidos secundarios. Michael apenas entraba dinero en casa y poco menos era Patricia quien sí lo hacía. Sabiéndose cual mantenido, entró en una fase de malhumor, que combatía bebiendo alcohol compulsivamente. En esas circunstancias el divorcio acabó con la pareja de manera abrupta.

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Con su esposa Shakira | Archivo

Cuando el éxito le llegó, Michael Caine pudo resolver su vida sentimental de manera anecdótica. Contemplando la televisión acertó a fijarse en quien anunciaba en un llamativo spot determinada marca de café brasileño: una exótica belleza. Se lo comentó a un amigo, preguntándose cómo podría dar con aquella beldad. Éste le retrucó: "¿No serías capaz de irte a Río de Janeiro a buscarla?". El caso es que el actor movió Roma con Santiago hasta indagar el paradero de aquella modelo televisiva que le había calentado la mente... Resulta que residía en Londres. Consiguió su identidad y número de teléfono. Diciendo quién era, al otro lado del auricular era la madre de la modelo quien le decía que ésta se encontraba descansando. Y así un montón de veces. Llamadas que todavía inflamaban más de deseo a Michael en su afán por conocer a la, digamos, misteriosa dama de sus sueños y obsesiones. Al fin, logró una cita. Las explicaciones de ella fueron claras: no se fiaba de él, siendo un actor de conocida fama como mujeriego. Michael Caine consiguió "su mejor interpretación" al declararle su amor, prometiéndole que nunca volvería a las andadas con ninguna otra mujer. Y, por fin, aquella modelo le dio el sí y se casaron en 1953. Su nombre, Shakira Bakksh (que en muchas ocasiones ha figurado en la prensa sin la h final del apellido). De familia musulmana y sangre india. Doce años menor que él. Toda una espectacular belleza, no en vano fue elegida Miss Guayana. El mismo año de la boda les nació su única hija, Natasha. Formaron desde el primer momento una idílica pareja, modelo de estabilidad conyugal, aunque como en tantas millones de matrimonios tuvieran a veces "sus más y sus menos", contrariedades algunas ocultadas a la curiosidad pública. Como era el alcoholismo que comenzó a padecer de nuevo Michael, poniendo en riesgo su unión conyugal.

El gran actor comentaba haberse corrido infinidad de juergas donde corría "el escocés" por su garganta, en unión de colegas muy amigos y convictos bebedores, amantes del buen whisky, entre ellos Oliver Reed, que era quien encabezaba ese "ranking" de borrachuzos desde que se levantaba de la cama, seguido muy cerca por otros notables seguidores de la cofradía de quienes "empinan el codo" más de la cuenta, caso de Peter O’Toole, Richard Harris, Terence Stamp y el primer James Bond de la pantalla, Sean Connery. Varios de ellos se fueron a la tumba con el hígado hecho polvo. Shakira salvó a Michael Caine de su alcoholismo, aunque hasta ese logro hubo de padecer lo que no está escrito; paciente, entregada esposa, y con una sensibilidad oriental admirable.

Michael Caine dejó definitivamente de beberse una botella diaria de vodka, hasta convertirse en abstemio. Y a abandonar su afición de impenitente fumador de tres cajetillas diarias de cigarrillos. Y así logró autodisciplinarse, seguir una dieta alimenticia, perdiendo quince kilos. Shakira, por si acaso, lo vigilaba constantemente, con delicadeza. Viajaban juntos, de vacaciones o él por motivos de trabajo. Ella se sacrificó, abandonando su carrera de modelo y ocasionalmente de actriz. Por cierto: intervino en una de las películas de Michael, El hombre que pudo reinar. En esos continuos desplazamientos, el gran actor se encontró muchas veces con un mismo problema al entregar su pasaporte o en la Aduana: y es que en ese documento aparecía su verdadero, complicado nombre, y los agentes no conseguían identificarlo así, sino como Michael Caine, sobrenombre que, finalmente, tras solicitarlo ante el correspondiente departamento de justicia británico, le fue autorizado. Consiguientemente ya no figuró más como Maurice Joseph.

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Michael Caine, ganador del Oscar | Archivo

La notoriedad manifiesta de Michael Caine como actor en Gran Bretaña se amplió de manera significativa cuando la desarrolló asimismo en los Estados Unidos. Y si en Europa ya era muy conocido, su salto a Hollywood le proporcionaría aún más el reconocimiento internacional como actor. Ha sido uno de los que más veces ha optado a un Óscar, nueve en total, consiguiéndolo en dos meritorias ocasiones: en 1986 por Hanna y sus hermanas y en 1999 por su gran interpretación en la emotiva Las normas de la casa de la sidra. Tras rodar la primera de las citadas, que dirigió Woody Allen, Caine quedó muy complacido del trato recibido por éste, aunque tiempo más tarde, cuando Mía Farrow denunció a Woody y se extendió el rumor de que abusaba se una de sus hijas, Michael se juró que nunca más aceptaría figurar en una película de aquél. Y lo ha cumplido. Añadía que fue precisamente quien, a modo de Cupido, los presentó, a Mía y a Woody, que en seguida se enamoraron.

Llegado el momento de concluir nuestro relato, resta añadir algunos de otros títulos cinematográficos destacados de la carrera de Michael Caine: La batalla de Inglaterra, La huella, Educando a Rita, Evasión o victoria, donde tuvo la satisfacción de ser dirigido por John Huston y alternar con el hace poco tiempo fallecido, Pelé, tal vez el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos. La verdad es que Caine ha sido siempre un actor vocacional, que no ha sabido estar ocioso nunca. Con la pandemia en curso anunció que se retiraba con su último filme, Best sellers. Y que se dedicaría a escribir, que le era más cómodo que levantarse los días de rodaje a las seis de la mañana. Pero no cumplió su promesa ya que en 2022 intervino en otra película, el drama checo Medieval. Publicó un par de libros, que alcanzaron buena acogida y considerables ventas. Y así, fue poco a poco diciendo adiós a la profesión que le ha proporcionado fama y una posición económica importante: se calcula que su capital asciende a setenta millones de euros. Las enfermedades padecidas las ha ido asumiendo con el máximo estoicismo posible. Es hombre de buen humor. Todo un caballero y como tal, honrado en su día por la Reina Isabel II con el título de Sir. Hace un año, por decisión de su mujer, aceptó que se subastaran muchas de sus pertenencias, recuerdos de sus películas, de los que no quería desprenderse, mas Shakira se salió con la suya: estaba harta de que la casa en la que viven, en Surrey, al sureste de Inglaterra, estuviera tan llena de objetos que para ella resultaban un estorbo.

Sus días son ahora plácidos. Si pasea por el jardín, lo hace apoyado en un bastón, lógico teniendo en cuenta los noventa años que ahora cumple, tras una meritosísima, exitosa carrera en el cine, en el que ya está inscrito en la historia como uno de los mejores comediantes. Y en su vida íntima, felicísimo de haber encontrado a la mujer que persiguió tanto tiempo desde que la vio anunciar una marca de café.

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