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La tensa vida de Frank Sinatra con Bárbara, su última esposa

25 años después de la muerte de Frank Sinatra su biografía sigue dando de qué hablar.

25 años después de la muerte de Frank Sinatra su biografía sigue dando de qué hablar.
Frank Sinatra y Bárbara. | Cordon Press

Estos días se ha vuelto a recordar la figura de Frank Sinatra al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de su muerte. Ciertamente, su voz, aunque apagada, nunca se olvidó sobre todo en las generaciones que compartieron sus años de esplendor en la música y el cine. Se reponen a menudo sus películas, una de las cuáles le deparó un Óscar, "De aquí a la eternidad", aunque no fuera como protagonista; y sus muchas canciones se siguen escuchando, sobre todo "A mi manera" y "New York, New York", en tanto sus discos no han dejado de venderse. Que los jóvenes que hoy se apasionan por el reguetón y no sepan siquiera quién fue, poco importa. Por algo lo apodaron "La Voz".

Seductor de largo historial con cientos de mujeres que estrechó entre sus brazos. Casado en 1939 con Nancy Barbato, con quien tuvo tres hijos. Su segunda boda con quien fue el amor de su vida, Ava Gardner, sucedió en 1951. La tercera con Mía Farrow, fechada en 1966. Y finalmente la cuarta y definitiva en 1976, ella Bárbara Marx, viuda del cómico Zeppo Marx. Al conocerse ampliamente detalles de sus tres primeros matrimonios, y al ocuparnos de la etapa final del famoso ídolo, dedicamos los recuerdos de esa última unión.

Bárbara Jane Blakeley nació en el estado Missouri en 1930, en una familia humilde. Ella empezó a trabajar como modelo. Ganó varios concursos locales de belleza antes de casarse con un oscuro cantante, Robert Harrison Oliver. Tuvo un hijo, se divorció, marchando a Las Vegas, donde trabajó de corista, sin mucho éxito. Pero se enamoró de ella uno de los hermanos Marx, ya citado, Zeppo, casándose en 1959, él veintinueve años mayor. No tenía éste mucho dinero pero Bárbara se las ingeniaba para lucir siempre elegantes vestidos y frecuentar fiestas junto a grandes celebridades del espectáculo, en una de las cuáles conoció a Frank Sinatra. Divorciada por segunda vez tras sus últimos trece años de casada, encontró en Sinatra al hombre que necesitaba; sobre todo para satisfacerla en su elevado tren de vida. Desde luego, Dolly, la madre de Frank a la que éste tanto quería, no se mordía la lengua sobre Bárbara: "No quiero que ninguna puta entre en mi familia". Pero entró.

Frank, en realidad no quería casarse con ella, cansado de sus anteriores experiencias matrimoniales; no veía futuro de ellos juntos. Además, Sinatra era con frecuencia grosero y violento, mientras que Bárbara resultaba ser dulce, tranquila, siempre pendiente de él. Se hablaba de su relación con la Mafia, pero aunque Robert Kennedy, Secretario de Estado de Justicia, quiso acabar con él, nunca pudieron probar esa relación. John F. Kennedy, a quien Sinatra apoyó en su elección presidencial, dejó de hablarle, y él se volvió entonces republicano. Richard Nixon lo detestaba igualmente.

Frank y Bárbara, antes de contraer su enlace, ya vivían juntos en la casa del cantante en Palm Springs, con el disgusto de los hijos de éste, Nancy, Frankie junior y Tina, creyendo que aquella era una cazafortunas. La madre de Frank dejó de ir a la mansión de su hijo, jurando que envenenaría a la amante de éste. La odiaba con todas sus fuerzas. Tampoco el servicio la quería. Por si acaso, ella mantenía su propia casa en el desierto mas pasaba el mayor tiempo con Frank. Al final, abjuró de su soberbia haciendo las paces con los cocineros y demás empleados de Sinatra.

Aunque él la quería a su manera, nunca mejor dicho recordando su canción, no era ajeno a trifulcas continuas, como un día que Bárbara no dejó entrar en la casa a un amigo de Sinatra, quien estaba durmiendo y ella protegía su descanso. "¡Estúpida, tú no vas a decirme a quién puedo ver y a quién no!". Bárbara entró en un profundo llanto. En público, hubo ocasiones en las que ninguno de los dos se bajaba del burro, como el día en el que en un campo de golf ella quiso irse a casa y él la atajó así: "¡Vuelve aquí, puta!". Llegó un momento en 1974 que ella quería un compromiso formal con Frank, pero éste no daba su brazo a torcer. Ni qué decir que la engañaba al tres por dos. Pero, al fin, se casaron, do años más tarde. Ocurrió algo importante: Salvo el primer matrimonio del divo, que fue de carácter religioso, sus uniones con Ava Gardner y Mía Farrow fueron de carácter civil. De la noche a la mañana se despertó en él una cierta angustia, por su condición de católico, aunque no practicante. El asunto fue que, contrariando a sus hijos, logró la nulidad de aquella primera boda y se casó con Bárbara en ceremonia católica en la intimidad, junio de 1976. Hasta el año siguiente la prensa no obtuvo una imagen del cantante el día de su última boda, comulgando.

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La pareja en el año 1986 | Cordon Press

Con giras por medio mundo y nuevas grabaciones, la carrera de Frank Sinatra continuó felizmente en la década de los 80. Bárbara, siempre pendiente de la salud de su marido a quien mucho afectó la muerte de Ava Gardner en Londres el 25 de enero de 1990, víctima de sus muchos excesos con el alcohol sobre todo. Por cierto: aunque Ava no tenía problemas económicos, Frank le enviaba periódicamente dinero, lo que a Bárbara molestaba ostensiblemente. Ésta, enfurecida, le dijo: "El día que firmaste los papeles de divorcio de ella, pusiste el punto final entre vosotros". En cierta ocasión, Ava lo telefoneó, mas Bárbara tomó el auricular y con duras palabras cortó la comunicación. La Gardner pudo otro día hablar con Frankie y tachándola de mujerzuela, diría: "Puede que se crea una reina pero yo ocupé el trono antes que ella".

Iniciado el decenio de los 90 del pasado siglo Sinatra aún sostenía su vitalidad, capaz, a sus setenta y cuatro años, de realizar giras entre 1991 y 1994. Y no lo hacía por cuestiones económicas: estaba forrado. Forbes, la acreditada revista de economía, cifró su patrimonio en veintiséis millones de dólares. Preocupado por la muerte, decía a sus amigos: "Necesito seguir cantando para no ser el siguiente en irme de este mundo". No obstante ya su salud le pasaba factura por los muchos excesos cometidos, sus borracheras. Se olvidaba de las letras de sus canciones. Y hasta una noche su peluca voló por encima de su cabeza en plena actuación. Tenía varias, que le costaban un riñón. Se había sometido a dos operaciones de cataratas. Su voz ya estaba enronquecida, resultaba áspera. Entre los buenos momentos de esa época, final de su vida, destacamos la invitación que hizo a Bruce Springsteen y a Bob Dylan, que se confesaron admiradores suyos, y Sinatra les brindó su amistad y reconocimiento musical.

Una noche de 1993, actuando en un hotel de Richmond, estado de Virginia, se desvaneció mientras interpretaba "My way". Fue el principio de su final. Dos años después pisaba un escenario por última vez. Era el 25 de febrero de 1995. Le acechaba el mal de Alzheimer y en dos ocasiones había estado muy cerca de la muerte.

"Creo que me gustaría ser recordado como un hombre que innovó la música pop y como un hombre que vivió bien, tuvo buenos amigos y una familia maravillosa". Precisamente, el fondo de ese pensamiento constituía el argumento central de "A mi manera", cuya letra rezaba: "Y ahora que el fin se acerca, / y veo caer el telón, / voy a hablarte claro, amigo. / Te contaré mi caso. / Como si fuera una declaración. / He vivido una vida plena / y he recorrido todos los caminos, / pero lo mejor, lo mejor de todo / es que lo hice a mi manera".

El 15 de mayo de 1998, a sus ochenta y dos años, moría en la sala de urgencias del Cedars-Sinaí Medical Center de Los Ángeles. Junto a él, abrazándolo, estaba Bárbara, su desconsolada cuarta esposa y los hijos de su primer matrimonio.

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