
Con su gira "Entre mar y palmeras", Juan Luis Guerra ha pasado por España, actuando en varias capitales durante los primeros días del mes de julio, acompañado como siempre por su banda 4.40 y un grupo de bailarines. El artista dominicano, uno de los más premiados en nuestro idioma, es el eje de un espectáculo lleno de dinamismo donde, cómo no, los espectadores se mueven desde sus localidades al ritmo de la bachata, la salsa, el merengue, el pop latino… Se funden notas tropicales con fondo musical de bolero. Y también en cualquier momento de un show de casi un par de horas de duración hay ecos de jazz, R&B, y a veces hasta gospel.
Cuando Juan Luis Guerra, guitarra en mano, hace una revisión de sus éxitos, se escuchan letras escritas por él donde abundan textos de contenido político-social o bien de lectura religiosa. La poesía está presente por lo común en esas historias o pensamientos. Es un cantautor de gran personalidad, ajeno a tantos otros hispanoamericanos, que ha sabido combinar la música afro, con la caribeña. En sus inicios se fijaba mucho en los repertorios tanto de artistas del pasado como los de sus contemporáneos, a saber: Benny Moré, Pablo Milanés, Facundo Cabral, Silvio Rodríguez… De niño le gustaba mucho escuchar los discos de Joselito.
El artista dominicano ha cumplido el pasado 7 de junio sesenta y seis años. Lleva cuarenta casado con el único amor de su vida, su compatriota Nora Clementina Altagracia Vega Rasuk, padres de dos hijos, chico y chica. Tuvieron antes de la boda cuatro años de relaciones. Ella es rubia, él moreno. Muy alto, mide un metro noventa y dos de estatura. Herencia genética paterna, pues su progenitor era jugador de baloncesto. De familia acomodada, estudió Filosofía y Literatura. Dedicóse a cantar en la primera mitad de los años 80.

Nadie por estos pagos conocía el ritmo de la bachata, que nos llegó con un par de creaciones suyas a partir de 1989, "Ojalá que llueva café" y "La bilirrubina", referencia a un término médico. A nuestro país ha venido en bastantes ocasiones desde entonces. Siempre vestido de negro. Con crecida barba. En la cabeza, su sempiterna gorra. O, en su defecto, un sombrero calado hasta la frente. De aspecto melancólico, aunque sus canciones nos inviten a bailar. Personalmente, siempre ha sido un hombre tímido.
Mediada la década de los 90 atravesó por una crisis mística que lo retuvo un tiempo fuera de los escenarios. Y aunque él recibió de niño una educación católica, derivó sus creencias hacia la iglesia protestante y, a partir de 2004, la evangelista. Los últimos treinta años, para él una constante búsqueda divina. Y piensa que el Creador ha sido determinante en su vida íntima y profesional. No se le conocen escándalos de ningún tipo. Se lleva de maravilla con su esposa y sus dos hijos, Paulina y Jean Gabriel. Éste se encarga de realizar los videos musicales de su padre.
A lo largo de su casi medio siglo dedicado a la música, difundiendo los ritmos de su país, la República Dominicana, y practicando su filantropía a través de diversas fundaciones, Juan Luis Guerra ha popularizado un montón de canciones, de las que condensamos algunos de sus títulos más sobresalientes, aparte de las dos ya antes citadas: "Burbujas de amor", "Mi bendición", "Rosalía", "La llave de mi corazón", "La travesía"… Sus discos "Bachata rosa" y "Fogaraté" alcanzaron, en la primera mitad de los 90, gran difusión. Hasta la fecha ha vendido más de treinta millones de ejemplares.

