Isabel Pantoja está en Madrid para ensayar como paso previo a su gran concierto en la Ciudad Condal este viernes. Lo hace en medio de la posibilidad de iniciar medidas legales de su entorno contra Fran Rivera y su noche de líbelos contra su familia en De Viernes.
Acompañada del incansable Agustín Pantoja y tapándose para protegerse del frío, la cantante dedica sus días a ensayar ajena a las preocupaciones y aparentemente enfrascada en su agenda profesional.
A los ataques de Fran Rivera se añaden sus deudas millonarias con Hacienda, por las cuales ha vendido su ático de Fuengirola por una cantidad cercana a los 275.000 euros -la mitad de la vivienda, ya que la otra salió a subasta el año pasado-. Además, podría deshacerse del resto de sus propiedades, incluida Cantora, para solventar por fin este acuciante problema.
El último rumor que enfrenta Pantoja en su eternamente complicada situación es el que hace referencia a ese piso que ahora debe desalojar. Antes de dar el adiós definitivo a su piso en la localidad malagueña, Pantoja habría desvalijado el lugar, llevándose los splits de aire acondicionado, un lavabo de bronce e incluso las 79 puertas del ático, incluidas las de los muebles de la cocina. Algo cuanto menos extraño que ha desatado fuertes críticas contra ella.
Sus polémicas no terminan aquí, ya que en los últimos días se ha especulado con que tendría problemas serios de salud que se estaría tratando en Córdoba, pero tan al límite es su situación económica que no podría permitirse dejar de cantar ni suspender ningún concierto, ya que los ha presentado como aval ante Hacienda.
No han faltado tampoco las críticas a su decisión de tomar un avión privado para cubrir la ruta entre Jerez y Madrid pese a la situación económica tan crítica en la que se encuentra.
En efecto, este martes 26 de diciembre Pantoja abandonó la terminal ejecutiva en una furgoneta con cristales tintados y minutos después hacía aparición en un céntrico hotel de la capital acompañada por Agustín y guardando silencio sobre los reproches del ex de Eugenia Martínez de Irujo, que no duda en definirla como "mala persona".
Escoltada por su hermano Agustín, con sus inseparables gafas de sol negras y su coleta tirante, y ocultando su rostro bajo una bufanda gris con la que no solo protegió la garganta sino su cara hasta la nariz, Isabel ha ignorado las preguntas de la prensa, guardando silencio no solo sobre la demoledora entrevista de Francisco sino también sobre la venta de su ático de Fuengirola y sus supuestos problemas serios de salud.