Ramón García, que ha cumplido sesenta y dos años en noviembre pasado, lleva cuarenta trabajando en televisión. En la actualidad lo hace en el canal de Castilla-La Mancha, donde con su veteranía conduce un espacio donde tiene que moderar las confesiones a veces dramáticas de sus participantes. Es algo bien diferente a cuanto hizo el último verano cuando volvió a emitirse en TV.E "Grand Prix", en un formato distinto al de hace veintiocho años. Profesionalmente ha recobrado la popularidad, ha vuelto a ser el Ramontxu de las campanadas de Año Viejo. Pero en su ámbito personal no parece ser tan feliz. Ha declarado recientemente esto: "El gran amor de mi vida ha sido Patricia, mi "ex". Han transcurrido dos años y medio desde que se dijeron adiós.
¿Acaso se arrepiente de haberse divorciado de la mujer con la que convivió a lo largo de veinticuatro años, siendo padres de dos hijas? Es lo que parece desprenderse de esa sincera confesión. Por cuanto sabemos, Patricia se relacionó, después de su ruptura matrimonial, con el ingeniero de telecomunicaciones Kiko Gómez, en tanto Ramón García sigue sin pareja, que se sepa. Ha procurado seguir muy cerca la educación de sus hijas, Natalia y Verónica, de veinte y diecisiete años. Cuando su primogénita cumplió la mayoría de edad, Ramón y Patricia volvieron a encontrarse.
Ramontxu debe esa derivación vasca de su nombre porque de igual modo llamaban a su padre en Bilbao, de donde proceden. En 1997 se casó con Patricia Cerezo. Formaron una pareja simpática y nada hacía presagiar su amargo final.
Ese revés sentimental de Ramón García ha tratado de superarlo con el trabajo. Siempre fue un tenaz profesional, primero de la radio, cuando en 1993 era "disc-jopckey" en una emisora de su tierra. Los programas de televisión, ya viviendo en Madrid, "No te rías que es peor", "Qué apostamos?" y "Grand Prix" le proporcionaron una gran popularidad. Su estilo desenfadado, natural, cercano a la audiencia televisiva, fue causa de que se le haya considerado desde siempre un presentador nada engolado ni pretensioso, dinámico, espontáneo ante las cámaras. Ha tenido como compañeras en sus mejores programas a Raffaella Carrá, Anne Igartiburu y Ana Obregón, su "eterna" pareja en la noche de Fin de Año, él ataviado con la castiza pañosa, es decir, la capa española, que casi nadie usa ya, pero es prenda elegante, quizás más apreciada fuera de nuestro país.
Ramón García, en una palabra, ha logrado ser un rostro familiar para todos los españoles.