
Christian Bale, actor anglo-americano, cumple 50 años este 30 de enero. Vino al mundo en el País de Gales en 1974, aunque él se consideró inglés siempre, aunque ya viviendo en los Estados Unidos adoptó la ciudadanía norteamericana. Es un galán, desde luego, en la gran pantalla, capaz de interpretar los más diversos personajes, razón por la que los críticos lo consideran "el más famoso de los actores actuales por sus constantes transformaciones físicas". Llegó en un par de compromisos cinematográficos al sacrificio de perder ¡treinta kilos! En pocas semanas, al igual que hubo de ganar dieciocho para interpretar otro papel. En el plano íntimo también se diferencia de tantos otros colegas que cambian de esposa al dos por tres: él, sin embargo, es fiel con la única mujer se la que se enamoró, sin que hayamos encontrado en su ayer otras historias sentimentales de relieve.
Meritoria es la biografía de Christian Bale, hijo de un empresario y una artista circense. En sus antepasados se contaba en familia las andanzas de uno de sus abuelos, que fue "doble" del mismísimo John Wayne. Christian, ya con ocho años tomó parte en varios anuncios publicitarios, lo mismo que pisó un escenario teatral a muy temprana edad. Contando diecisiete años sus padres se divorciaron y él y su progenitor volaron a Los Ángeles, donde se radicaron. Allí es donde Christian ha residido la mayor parte de su vida y donde ha desarrollado su interesante carrera cinematográfica.
Entre sus primeros éxitos figura El imperio del sol, a las órdenes de Steven Spielberg, quien le brindó un importante papel tras ser seleccionado entre cuatro mil aspirantes. Plataforma para Christian Bale, que le sirvió por lo bien que hizo su trabajo para futuras producciones.
Corría el año 1994 cuando le encomendaron otro destacado "rol" en una nueva versión de Mujercitas, aquella historia que en los 50 gustó tanto a la gente joven, como asimismo la novela de Luisa María Scott en la que se basaba el filme, de argumento romántico. Christian compartía reparto con la muy atractiva Winona Ryder. Lo inolvidable para Bale fue que durante el rodaje conoció a quien trabajaba como asistente de la mentada estrella, una joven llamada Sandra (Sibi) Blazic.
Hasta entonces, Christian Bale, a la sazón con veinte años, pudo haber mantenido breves amistades femeninas pero tenía una obsesión en su mente: la de no casarse nunca. Basaba esa idea en que a sus padres les fue mal en su matrimonio, al igual que a otros familiares. Pero al ver a diario a Sibi, fue cambiando de opinión y se enamoró de ella como un colegial, al punto que se hicieron novios, para casarse el 29 de enero de 2000 en Las Vegas. Han transcurrido exactamente veinticuatro años y desde aquella fecha no se han separado. Una bonita, tierna historia de amor. Christian Bale, pese a su fama y a que muchas mujeres lo adoran, siempre ha sido fiel, que sepamos, a su mujercita. Tienen dos hijos: Emmeline, una niña nacida en 2005, y el varón, Joseph, que vino al mundo nueve años más tarde.
La trayectoria importante de Christian Bale como actor internacional lo ha llevado a protagonizar filmes muy taquilleros, alabados por la crítica, caso por ejemplo de American Psycho, fechado en 2000, donde él pasó a ser incluido entre los galanes de moda; un "sex symbol". Aunque él, en concreto, nunca lo había pretendido, tan exigente con todos los guiones que le proponían, no siempre en historias de conquistador de mujeres. Lo que se entiende cuando aceptó formar parte de una trilogía que hizo historia en el género de la ciencia-ficción: la de un héroe del comic norteamericano, Batman, donde defendía su personaje llamado Bruce Wayne. Donde revalidó la notoriedad que ya gozaba. Aunque poco antes de rodar la primera de esa secuela, Batman Begins, hubo de someterse a una severísima dieta para protagonizar El maquinista. Su director, al proponerle ese contrato, le advirtió que tenía que adelgazar. No se imaginaba el obediente actor que su cambio físico lo obligaba a perder los mayores kilos posibles, veintiocho. Ese durísimo régimen lo logró comienzo sólo diariamente una manzana, una lata de atún en conserva y un café.
Parecida dieta hubo de llevar (ya estaba acostumbrado por la anterior) al dar vida al piloto de carreras Ken Miles en la película Ford y Ferrari, donde además de quitarse de encima treinta kilos hubo de aprender a conducir un bólido especial.
El cine, cuando se trata de actores tan sometidos a toda clase de adaptación física como Christian Bale, los lleva a esas modificaciones en sus ritmos vitales, como es la alimentación. Así que también aceptó lo contrario que en las dos anteriores ocasiones relatadas, ganando esta vez dieciocho kilos para interpretar la vida del vicepresidente norteamericano Dick Cheney, mano derecha del Presidente George W. Bush. Lo de menos fue que tuviera también que raparse la cabeza al cero.
Todo tiene su lado bueno también, porque Christian, a lo largo de su densa carrera en la pantalla, ha sido premiado con los más importantes galardones, dos Globos de Oro, un Óscar por The fighter, al ser considerado el mejor actor en 2010, amén de otras distinciones. En la nómina de los más grandes del cine de los últimos tiempos él responde a la calificación de "actor del método", aquel que acepta representar a muy diferentes personajes, estudiando las peculiaridades de cada uno con la mayor exactitud y rigor.
Conocida su amplia y diversa filmografía uno se pregunta si no ha atravesado momentos difíciles y complicados, algún accidente, por ejemplo. Y lo tuvo, de cierta gravedad, aunque no rodando cinta alguna. Resulta que siempre había manifestado su afición a las motos. Conducía una en especial, con la que se desquitaba de la tensión de cada rodaje. Hasta que en el año 2012 sufrió un percance muy serio, del que tardó en recuperarse de las lesiones sufridas en su brazo izquierdo. Le obligaron a someterse a una delicada intervención quirúrgica. Lleva todavía una muñeca de acero, titanio en una clavícula y veinticinco tornillos en parte de su cuerpo. Imaginamos que, cuando pasa por el control de un aeropuerto, las campanillas correspondientes de alarma sonarán estruendosas.

