
Han transcurrido dieciséis años de la muerte del actor Heath Ledger y, todavía, llegado su aniversario cada 22 de enero, hay medios de comunicación que, amén de recordarlo cuando se hallaba en la plenitud de su notoriedad, vuelven a incidir en el supuesto misterio de las causas de su fallecimiento. Ahora tendría cuarenta y cinco años.
Nacido en un pueblo australiano, hijo de padre ingeniero y madre profesora de francés, ya actuaba a la edad de diez años en funciones escolares. En su juventud comenzó a intervenir en series televisivas. Ya siendo conocido en su país se enfrentó a menudo con los periodistas, desarrollando un carácter agresivo. Ello lo llevó a instalarse en los Estados Unidos, en Los Ángeles y luego en Nueva York, época en la que asimismo tuvo problemas con los profesionales de la prensa. Estaba claro que su carácter no lo ayudó a ser encumbrado en los medios de comunicación; no obstante impuso su fuerza interpretativa en algunas películas hoy recordadas positivamente por los cinéfilos, caso de El patriota y, sobre todo Brokeback Mountain, donde se recuerda la historia de dos vaqueros quienes, pese a su apariencia viril, resultaba que eran dos "gays" muy enamorados; tema que escandalizó a muchos espectadores. Pero que a Heath Ledger le valió en 2005 un Óscar al mejor actor secundario.
Y si esa película lo convirtió en un actor de prestigio, lo corroboró más tarde en su papel de "Joker", en The Dark Knight (Batman. El caballero oscuro). Se contaban las peripecias de un psicópata asesino dotado de una sorprendente sangre fría. La imagen de tal sujeto de ficción con su rostro embadurnado de maquillaje, con una repulsiva boca que no cesaba de carcajearse se mantuvo en la memoria de quienes la contemplaron durante mucho tiempo. Aún se repone en las televisiones aquel filme de gran impacto popular. Las peripecias del tal "Joker" habían sido, antes de llevarse a la pantalla, historietas de "comic". Y cuando interesó a una multinacional cinematográfica, el elegido para interpretar al enemigo mortal de Batman resultó ser el muy polifacético Jack Nicholson, antes de que lo interpretara asimismo un eficaz Joaquín Phoenix y después, probablemente quien mejor le dio vida: Heath Ledger, aunque ya se sabe que las comparaciones –reza el refrán- resultan siempre odiosas.
Heath Ledger, cuando recibió el guion de aquella cinta que iba a cambiar su vida desde el punto de vista no sólo artístico sino personal, se impuso la obsesión no sólo para caracterizarse convenientemente, por supuesto de aprenderse el papel, sino obsesionado con la idea de dar el máximo verismo a ese "Joker" que desde la pantalla pudiera provocar la condición terrorífica que representaba. Un esfuerzo mental que, dicen algunos estudiosos de la causa de su muerte, pudo tener mucho que ver. Porque Heath se pasaba cada día de rodaje muy nervioso, excitado, o tenso. Como si él mismo en su vida privada atravesara momentos en los que no controlara sus reacciones de ansiedad.
No dormía, padecía insomnio, sintiendo presiones. Y es que, además, sentíase culpable de su última separación sentimental con la mujer que le había dado una preciosa hija. En resumidas cuentas: el Joker quizás llevó a la tumba al actor que lo representaba en la pantalla.
Atractivo, con aspecto desafiante, Heath Andrew Ledger tuvo infinidad de relaciones amorosas, generalmente con actrices: Julia Stiles, Heather Graham, Naomí Watts, unas cuantas modelos… y Michelle Williams, que fue la última de sus mujeres. No nos consta que se casara con ninguna. Pero Michelle era algo especial, sobre todo porque fueron padres de una niña, Matilde.
Todo parecía que iba como la seda en ese último hogar. A Michelle la había conocido durante el rodaje de Brokeback Mountain. Pronto surgió en ambos la llama de la pasión. Pero tiempo más adelante ya quedó dicho que el actor cambió radicalmente al creerse interiormente que era el auténtico malvado "Joker". Y con sus trastornos de sueño, se mostraba irascible, durmiendo apenas dos horas diarias. Llegó un momento que Michelle no pudo soportarlo y dejó a Heath, llevándose consigo a Matilda, lo que encrespó todavía más a quien no conseguía estabilizar su conducta.
Consultó a varios médicos y Health empezó a ingerir medicinas por doquier: Valium, doxilamina, xquax… Las tomaba como si fueran caramelos, a todas horas. Drogas en definitiva que acabaron intoxicándolo. Vivía en soledad, en un apartamento situado en el Soho neoyorquino. Y allí, el 22 de enero de 2008 fue encontrado por la portera del edificio y una masajista que el actor había contratado poco antes, tendido sobre la cama, sin apenas respiración. Los forenses dictaminaron la razón de su muerte por intoxicación medicamentosa. A pesar de ello, en algunos sectores periodísticos se suscitaron dudas acerca de si en realidad el propio Heath había decidido su final. ¿Acaso se suicidó? ¿Tuvo a alguien cercano que le suministró dosis excesivas para que pudiera descansar? La verdad es que los forenses no encontraron sustancias tóxicas, al menos es lo que dijeron a la prensa.
Que abusó de las medicinas recetadas, no hay duda. Y quizás es más probable que al margen de lo que le prescribían sus doctores, consiguiera aparte otros somníferos, analgésicos y ansiolíticos; o determinadas sustancias que mezclaba a su conveniencia. Intencionada o no, su muerte era evidente que se debió, en definitiva, a su incontrolada ingesta de medicamentos.
Sus restos mortales fueron llevados a su pueblo natal australiano. Un año más tarde sus deudos recibieron de la Academia de Hollywood la estatuilla dorada que Heath Ledger había ganado por su interpretación de "Joker".
Llegado el momento de abrir el testamento, algunos de sus familiares se la disputaron. Al no estar el fallecido casado con Michelle Williams, teniendo además en cuenta que cuando se legalizó aquel documento aún el actor no la había conocido, estaba claro que no tenía derecho alguno a recibir nada del muerto. Pero sí su reconocida hija, Matilde, que resultó favorecida con veinte millones de dólares: la fortuna que había reunido Heath Ledger en vida.

