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La atormentada vida de la leyenda del pop George Michael

George Michael tuvo una existencia atormentada por las drogas y porque nunca se atrevió a confesar su condición gay.

George Michael tuvo una existencia atormentada por las drogas y porque nunca se atrevió a confesar su condición gay.
George Michael en febrero de 2016 en Berlín | Cordon Press

Acaba de aparecer en las librerías George Michael: una vida, de James Gavin, una completa biografía sobre aquel cantante británico que fuera una leyenda del pop, de existencia atormentada porque no se atrevía a confesar su condición gay. Tuvo una existencia difícil de asimilar por esa razón y era adicto a las drogas. Sus canciones alcanzaron difusión internacional, mientras él iba acercándose a una muerte segura, junto a su último amante, testigo de su desgraciado final.

El libro que cuenta los avatares de George Michael, desaparecido a la edad de cincuenta y tres años, se presenta como un retrato fidedigno de este intérprete de soul y pop, extravagante, con una obra entre nostálgica y erótica, que acabó autodestruyéndose. Su autor lo adjetiva como "un dios del sexo masculino". Tímido y torpe en su juventud, y después, ya muy conocido, convertido en fanfarrón.

Había nacido el 25 de junio en un barrio de Londres. Ahora, por tanto, habría cumplido sesenta y un años. Se llamaba en realidad Georgios Kyriacos Panayiotou, de familia griega. Fue líder de un mítico grupo, Wham! y luego un reconocido solista, que brilló en el pop de los años 80 y 90 del pasado siglo.

Era guapo, las mujeres lo adoraban pero él escondía el secreto de su condición sexual. Harto de alardear de lo que no era, reconoció públicamente en 1998 que era homosexual. Sin duda fue un golpe bajo para esa legión femenina que lo habían elevado como un símbolo de masculinidad. A pesar de que perdiera clientela femenina, su brillantez como cantante la mantendría en los años siguientes.

Ya en 1982 vivió un encuentro inolvidable para él cuando tras su actuación en el estadio Wembley Arena londinense recibió la visita de la princesa Diana de Gales, quien le confesó ser una gran admiradora suya. Como es natural, las imágenes de aquel encuentro se publicaron en la prensa mundial, acrecentándose la notoriedad del cantante británico.

Más adelante, por sus abusos consumiendo toda clase de sustancias tóxicas, George Michael entró en una deriva que lo irían consumiendo, incapaz de dominar sus vicios. Así, lo detuvieron en un baño público situado en un cementerio norteamericano de Beverly Hills, en Los Ángeles. Porque aparte de ser un ídolo en Europa, había también triunfado en los Estados Unidos.

En esa vida errática, de nuevo en Londres, año 2014, fue encontrado, tras el aviso de un amigo, medio inconsciente en una bañera, en su domicilio, a consecuencia de una sobredosis. No sería la primera vez que iría cayendo en esa turbia decadencia que, sin freno, él provocaba con su disoluto proceder. Lo aconsejaron que si quería vivir más años acudiera a una clínica para desintoxicarse, y eligió marcharse a Suiza, donde permaneció un año.

En 2016 estaba otra vez en Londres. Gordo, tal vez por los medicamentos que le habían recetado. Hizo acto de contrición pensando que no podía continuar consumiendo drogas, acordándose de algunas muertes trágicas, fueran o no por lo mismo que él atravesaba. Le impactó la de Michael Jackson, y también la desaparición de Prince. No, no quería acabar como ninguno de sus colegas drogadictos. Pero ese pensamiento no lo sostuvo mucho tiempo, pues volvió a las andadas.

Su vida íntima tampoco lo ayudaba para sentirse feliz. Entre sus novios, hubo un tal Anselmo Felepp, diseñador brasileño, con quien convivió un tiempo. El último se llamaba Fadi Fawaz, que fue testigo de la muerte de George Michael acaecida en su casa, cercana al Támesis, el 25 de diciembre de 2016.

Aunque le practicaron la preceptiva autopsia, la prensa británica especuló sobre las causas de su fallecimiento. Quedaron totalmente esclarecidas con el último dictamen médico, consecuencia de una cardiopatía dilatada con miocarditis, y un hígado graso. Como quiera que hasta llegar a esa conclusión los restos mortales del cantante estuvieron expuestos para la ciencia médica, no pudieron enterrarse hasta tres meses del óbito, en el cementerio del barrio donde había nacido el ídolo, Highgate, en la capitán londinense. Como sus discos se reeditan y los videos de sus mejores canciones son programados en televisión de vez en cuando, hemos de convenir que el legado de George Michael aún permanece.

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