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Eva María Saint ("La ley del silencio") cumple 100 años y dice que no se retira

Eva María Saint es una de las escasas supervivientes de aquel Hollywood dorado de los años 40, 50 y 60.

Eva María Saint es una de las escasas supervivientes de aquel Hollywood dorado de los años 40, 50 y 60.
Cary Grant y Eva Maria Saint en | Alamy

Acaba de cumplir ¡cien años! Y en un arranque de buen humor, o así lo estimamos, ha dicho que, si es por ella y mientras pueda, seguirá aceptando trabajos en el cine o en la televisión, donde viene interviniendo en pequeños cometidos interpretativos. No es una fanfarronada, pues en 2019, es decir con noventa y cinco "castañas", rodó las que son hasta ahora sus últimas apariciones en el cine; en televisión, ya decimos, han sido más frecuentes, aunque meramente testimoniales. Su presencia en esas series viene a ser un tributo a quien protagonizó tres inolvidables películas: La ley del silencio, Con la muerte en los talones y Éxodo.

Nacida el 4 de julio (día de la fiesta nacional) en Newark, Nueva Jersey, Eva María pasó por el célebre Actor´s Studio y se dio a conocer en los medios teatrales con la versión escénica de la novela Matar a un ruiseñor, en 1953, que más adelante le serviría en el cine a Gregory Peck para obtener uno de sus más importantes éxitos. Un año más tarde, Eva María Saint dio el gran salto a Hollywood, elegida por Elia Kazan para su papel de Edie Doyle, al que había aspirado Sofía Loren. También el protagonista iba a ser Frank Sinatra, pero no se avino con la productora y al final quien consiguió el papel del boxeador Terry Malloy sería Marlon Brando, que también procedía del Actor´s Studio. El argumento giraba en torno a la mafia que dominaba la contratación de los estibadores del puerto de Nueva York. Terry se enfrentaba a esa organización, sufría una descomunal paliza y la tierna Edie lo consolaba amorosamente.

Ese personaje femenino literalmente lo bordó Eva María Saint, que destilaba elegancia, ternura, sencillez. Algunos la acusarían durante su carrera de ser una actriz fría, confundiendo lo que en ella era prudencia y buena educación.

Trabajar junto a Marlon Brando era un reto para ella, quien en La ley del silencio abordó su primer papel importante en la pantalla. Ella lo recordaba así: "Fue una hermosa experiencia. Marlon fue muy amable conmigo. Hacía mucho frío durante el rodaje en Nueva Jersey, en pleno invierno, y él siempre se aseguraba de encontrar un lugar resguardado del viento donde pudiera descansar en las pausas".

Consciente de que era hasta entonces una actriz primeriza, con sólo algunas experiencias en series de televisión, Eva María se sorprendía de la manera en la que era tratada por Marlon Brando (sobre quien caería muchos años después la losa de ser un tipo desconsiderado, agresivo y tiránico con algunas de sus mujeres y compañeras): "Es algo increíble recordar la sensibilidad que tenía para todo cuanto le rodeaba. No parecía actuar, era tan natural que no tenía que prepararse, era Terry Malloy". A Eva María Saint le concedieron por su interpretación el Óscar a la mejor actriz.

Fue contratada para El árbol de la vida en 1957 y, dos años después, pasó a ser una de las seis actrices rubias, musas de Alfred Hitchcock quien, como es archisabido, tenía una especial debilidad por las que tenía ese color de pelo y, sin eran morenas o castañas, para contar con alguna de ellas, tenían que teñirse el cabello. Se daba el caso en Eva María Saint que era muy disciplinada y no creaba problemas en los rodajes. La eligió Hitchcock como pareja de Cary Grant, tras la negativa de Grace Kelly, como la agente de espionaje Eve Kendall de Con la muerte en los talones, película de intriga, donde también sobresalió junto al gran galán británico. Cuando Eva María Saint asistió invitada al Festival de Cine de San Sebastián el año 2000 recordaría que en ese filme, Alfred siempre le decía que no dejara de mirar fijamente a los ojos de Grant. Y ella obedeció sin rechistar.

El tercero de sus éxitos en la gran pantalla resultó ser uno de larga duración y argumento histórico, aunque se mezclaran pasajes adulterados. Un guion basado en la novela de León Uris Éxodo, nombre que respondía al del barco que transportando ciudadanos judíos se establecieron en lo que en 1948 sería el estado de Israel. Paul Newman encabezaba un relato de conocidos actores. De las féminas destacaba Eva María Saint.

Aquella película que, por evidentes signos políticos, se publicitó al máximo, también para obtener beneficios tras su costosa producción, está fechada en 1960. Y a partir de entonces, la espléndida figura de Eva María Saint, su cultura y delicadeza como virtudes, fue ya menos habitual en el cine y, poco a poco, pues nunca dejó de trabajar, se refugió en las series de televisión como tantas otras actrices que Hollywood iba arrinconando. No así ella, insistimos, por su tenacidad en figurar en repartos, aunque fuera en cometidos breves. Por ejemplo, en Luz de luna, hizo de madre de la protagonista, Cibyl Shepard. Y en 2019 quedó dicho que rodó su última película, Marietty in Ecstasy.

Tal y como representó siempre fuera de los estudios cinematográficos, como una dama de exquisitos modales y educación conservadora, así se convirtió en esposa del cineasta Jeffrey Hayden, productor de series populares como El Virginiano y Falcon Crest, su único amor, su marido a lo largo de sesenta y cinco años de vida en común. Resultó gracioso cómo se conocieron: viajando en el Metro de Nueva York. Tuvieron dos hijos. Ella, ahora abuela de tres nietos. Viuda desde el fallecimiento de su marido en 2016, que era dos años más joven que Eva Marie. Una mujer adorable, centenaria, símbolo viviente de aquel cine tan diferente al de hoy, que tanto nos hizo soñar.

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